Al salir de nuevo de los territorios de Tiro, fue por Sidón al mar de Galilea, atravesando el territorio de Decápolis. Entonces le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima.
Y tomándole aparte de la multitud, metió los dedos en sus orejas, escupió y tocó su lengua. Luego mirando al cielo, suspiró y le dijo:
—¡Efata! -que quiere decir: Sé abierto-.
Y de inmediato fueron abiertos sus oídos y desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien. El les mandó...
Mark 7:31–37