Escuchando estas cosas, se enfurecían en sus corazones y crujían los dientes contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo y puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba de pie a la diestra de Dios. Y dijo:
—¡He aquí, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios!
Entonces gritaron a gran voz, se taparon los oídos y a una se precipitaron sobre él. Le echaron fuera de la ciudad y le apedrearon. Los testigos dejaron sus vestidos a...
Acts 7:54–60