Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era un hombre muy importante delante de su señor y tenido en gran estima, porque por medio de él Jehovah había librado a Siria. El hombre era un guerrero valiente, pero leproso.
Los sirios habían salido en incursiones y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la esposa de Naamán. Ella dijo a su señora:
—¡Ojalá mi señor se presentase al profeta que está en Samaria! Pues él lo sanaría de su lepra.
Naamán...
2 Kings 5:1–27