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Juan 1:4–9

En él estaba la vida,

y la vida era la luz de la humanidad.

Esta luz resplandece en las tinieblas,

y las tinieblas no han podido extinguirla.*

Vino un hombre llamado Juan. Dios lo envió como testigo para dar testimonio de la luz, a fin de que por medio de él todos creyeran. Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo.*

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