A ti, oh Dios de Sión,
te pertenece la alabanza.
A ti se te deben cumplir los votos,
porque escuchas la oración.
A ti acude todo mortal,
a causa de sus perversidades.
Nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonaste.
¡Dichoso aquel a quien tú escoges,
al que atraes a ti para que viva en tus atrios!
Saciémonos de los bienes de tu casa,
de los dones de tu santo templo.
Tú, oh Dios y Salvador...
Psalm 65:1–13