El día veinticuatro de ese mes los israelitas se reunieron para ayunar, se vistieron de luto y se echaron ceniza sobre la cabeza. Habiéndose separado de los extranjeros, confesaron públicamente sus propios pecados y la maldad de sus antepasados, y asumieron así su responsabilidad. Durante tres horas leyeron el libro de la ley del SEÑOR su Dios, y en las tres horas siguientes le confesaron sus pecados y lo adoraron. Luego los levitas Jesúa, Baní, Cadmiel, Sebanías, Buní, Serebías, Baní y...
Nehemiah 9:1–38