Entonces el diablo lo llevó a un lugar alto y le mostró en un instante todos los reinos del mundo.
—Sobre estos reinos y todo su esplendor—le dijo—, te daré la autoridad, porque a mí me ha sido entregada, y puedo dársela a quien yo quiera. Así que, si me adoras, todo será tuyo.
Jesús le contestó:
—Escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él.”
Luke 4:5–8