En aquel día, el retoño del SEÑOR será bello y glorioso, y el fruto de la tierra será el orgullo y el honor de los sobrevivientes de Israel. Entonces tanto el que quede en Sión como el que sobreviva en Jerusalén serán llamados santos, e inscritos para vida en Jerusalén. Con espíritu de juicio y espíritu abrasador, el Señor lavará la inmundicia de las hijas de Sión y limpiará la sangre que haya en Jerusalén. Entonces el SEÑOR creará una nube de humo durante el día y un resplandor de fuego...
Isaiah 4:2–6