—¿Son ciertas estas acusaciones?—le preguntó el sumo sacerdote.
Él contestó:
—Hermanos y padres, ¡escúchenme! El Dios de la gloria se apareció a nuestro padre Abraham cuando éste aún vivía en Mesopotamia, antes de radicarse en Jarán. “Deja tu tierra y a tus parientes—le dijo Dios—, y ve a la tierra que yo te mostraré.”
»Entonces salió de la tierra de los caldeos y se estableció en Jarán. Desde allí, después de la muerte de su padre, Dios lo trasladó a esta tierra donde ustedes viven...
Acts 7:1–60