Mientras el hombre estaba de pie a mi lado, oí que alguien me hablaba desde el templo. Me decía: «Hijo de hombre, éste es el lugar de mi trono, el lugar donde pongo la planta de mis pies; aquí habitaré entre los israelitas para siempre. El pueblo de Israel y sus reyes no volverán a profanar mi santo nombre con sus infidelidades, ni con sus tumbas reales y sus cultos idolátricos.
Ezekiel 43:6–7