El SEÑOR me dirigió la palabra: «Tú, hijo de hombre, juzga a la ciudad sanguinaria; denúnciala por todas sus prácticas detestables. Adviértele que así dice el SEÑOR omnipotente: “¡Ay de ti, ciudad que derramas sangre en tus calles, y te contaminas fabricando ídolos! ¡Cómo provocas tu ruina! Te has hecho culpable por la sangre que has derramado, te has contaminado con los ídolos que has fabricado; has hecho que se avecine tu hora, ¡has llegado al final de tus años! Por eso te haré objeto de...
Ezekiel 22:1–31