El SEÑOR me dirigió la palabra: «Hijo de hombre, vuélvele la espalda a Jerusalén; clama contra sus santuarios, profetiza contra la tierra de Israel, anúnciale que así dice el SEÑOR: “Me declaro contra ti. Desenvainaré mi espada y mataré a justos y a malvados por igual. Puesto que he de extirpar de ti tanto al justo como al malvado, mi espada saldrá contra todo el mundo, desde el norte hasta el sur. Así todos sabrán que yo, el SEÑOR, he desenvainado la espada y no volveré a envainarla.”
»Y...
Ezekiel 21:1–32