Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos.
Pero a cada uno de nosotros se nos ha dado gracia en la medida en que Cristo ha repartido los dones.
Ephesians 4:4–7