De regreso, al ver los sepulcros que había en la colina, Josías mandó que recogieran los huesos y los quemaran en el altar para profanarlo, cumpliendo así la palabra del SEÑOR que el hombre de Dios había comunicado cuando anunció estas cosas. Luego el rey preguntó:
—¿De quién es ese monumento que veo allá?
Y los habitantes de la ciudad le contestaron:
—Es el sepulcro del hombre de Dios que vino desde Judá, y que pronunció contra el altar de Betel lo que Su Majestad acaba de hacer.
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2 Kings 23:16–20