El rey David averiguó si había alguien de la familia de Saúl a quien pudiera beneficiar en memoria de Jonatán, y como la familia de Saúl había tenido un administrador que se llamaba Siba, mandaron a llamarlo. Cuando Siba se presentó ante David, éste le preguntó:
—¿Tú eres Siba?
—A las órdenes de Su Majestad—respondió.
—¿No queda nadie de la familia de Saúl a quien yo pueda beneficiar en el nombre de Dios?—volvió a preguntar el rey.
—Sí, Su Majestad. Todavía le queda a Jonatán un hijo...
2 Samuel 9:1–13