Qué bella es tu morada,
oh SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Anhelo y hasta desfallezco de deseo
por entrar en los atrios del SEÑOR.
Con todo mi ser, mi cuerpo y mi alma,
gritaré con alegría al Dios viviente.
Hasta el gorrión encuentra un hogar
y la golondrina construye su nido y cría a sus polluelos
cerca de tu altar,
¡oh SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, mi Rey y mi Dios!
Qué alegría para los que pueden...
Psalm 84:1–7