Oh Dios, la maldad no te agrada;
no puedes tolerar los pecados de los malvados.
Por lo tanto, los orgullosos no pueden estar en tu presencia,
porque aborreces a todo el que hace lo malo.
Destruirás a los que dicen mentiras;
el SEÑOR detesta a los asesinos y a los engañadores.
Psalm 5:4–6