Colocaste el mundo sobre sus cimientos,
así jamás se removerá.
Vestiste a la tierra con torrentes de agua,
agua que cubrió aun a las montañas.
A tu orden, el agua huyó;
al sonido de tu trueno, salió corriendo.
Las montañas se elevaron y los valles se hundieron
hasta el nivel que tú decretaste.
Después, fijaste un límite para los mares,
para que nunca más cubrieran la tierra.
Psalm 104:5–9