Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara alta que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su DIOS, como antes acostumbraba hacerlo. Y aquellos hombres, tumultuados, hallaron a Daniel haciendo petición y rogando en presencia de su DIOS.
Daniel 6:10–11