Salmo 102:1–8
Y llegue a ti mi clamor.
2 No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia;
Inclina a mí tu oído;
Apresúrate a responderme el día que te invocare.
3 Porque mis días se han consumido como humo,
Y mis huesos cual tizón están quemados.
4 Mi corazón está herido, y seco como la hierba,
Por lo cual me olvido de comer mi pan.
Mis huesos se han pegado a mi carne.
6 Soy semejante al pelícano del desierto;
Soy como el búho de las soledades;
Como el pájaro solitario sobre el tejado.
8 Cada día me afrentan mis enemigos;
Los que contra mí se enfurecen, se han conjurado contra mí.