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Mateo 11:1–14:36

Los mensajeros de Juan el Bautista

(Lc. 7.18–35)

11

1Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos.

2Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, 3para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? 4Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. 5Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen,a los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio;b 6y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.

7Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 8¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están. 9Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. 10Porque éste es de quien está escrito:

He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz,

El cual preparará tu camino delante de ti.c

11De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. 12Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. 13Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.d 14Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.e 15El que tiene oídos para oír, oiga. 16Mas ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, 17diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis. 18Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. 19Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos.

Ayes sobre las ciudades impenitentes

(Lc. 10.13–16)

20Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: 21¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidónf se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. 22Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. 23Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades4 serás abatida;g porque si en Sodomah se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. 24Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma,i que para ti.

Venid a mí y descansad

(Lc. 10.21–22)

25En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. 26Sí, Padre, porque así te agradó. 27Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre;j y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo,k y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. 28Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;l 30porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

Los discípulos recogen espigas en el día de reposo

(Mr. 2.23–28; Lc. 6.1–5)

12

1En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en un día de reposo;* y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigasa y a comer. 2Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo.* 3Pero él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; 4cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición,b que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes?c5¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo* los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo,* y son sin culpa? d 6Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. 7Y si supieseis qué significa:e Misericordia quiero, y no sacrificio,f no condenaríais a los inocentes; 8porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.*

El hombre de la mano seca

(Mr. 3.1–6; Lc. 6.6–11)

9Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos. 10Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?* 11El les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo,* no le eche mano, y la levante?g 12Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo.* 13Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra. 14Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle.

El siervo escogido

15Sabiendo esto Jesús, se apartó de allí; y le siguió mucha gente, y sanaba a todos, 16y les encargaba rigurosamente que no le descubriesen; 17para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:

18 He aquí mi siervo, a quien he escogido;

Mi Amado, en quien se agrada mi alma;

Pondré mi Espíritu sobre él,

Y a los gentiles anunciará juicio.

19 No contenderá, ni voceará,

Ni nadie oirá en las calles su voz.

20 La caña cascada no quebrará,

Y el pábilo que humea no apagará,

Hasta que saque a victoria el juicio.

21 Y en su nombre esperarán los gentiles.h

La blasfemia contra el Espíritu Santo

(Mr. 3.20–30; Lc. 11.14–23)

22Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. 23Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? 24Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios.i 25Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. 26Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? 27Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. 28Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. 30El que no es conmigo, contra mí es;j y el que conmigo no recoge, desparrama. 31Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.k 33O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol.l 34¡Generación de víboras!m ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.n 35El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. 36Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 37Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

La generación perversa demanda señal

(Lc. 11.29–32)

38Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal.o 39El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal;p pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. 40Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches,q así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. 41Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás,r y he aquí más que Jonás en este lugar. 42La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón,s y he aquí más que Salomón en este lugar.

El espíritu inmundo que vuelve

(Lc. 11.24–26)

43Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. 44Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. 45Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación.

La madre y los hermanos de Jesús

(Mr. 3.31–35; Lc. 8.19–21)

46Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. 47Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. 48Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? 49Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 50Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.

Parábola del sembrador

(Mr. 4.1–9; Lc. 8.4–8)

13

1Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. 2Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó,a y toda la gente estaba en la playa. 3Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. 4Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. 5Parte

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