Loading…

Acts 2:1–4:37

La venida del Espíritu Santo

2

1Cuando llegó el día de Pentecostés,a estaban todos unánimes juntos. 2Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

5Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. 12Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.

Primer discurso de Pedro

14Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. 15Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. 16Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

17 Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;

Vuestros jóvenes verán visiones,

Y vuestros ancianos soñarán sueños;

18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días

Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.

19 Y daré prodigios arriba en el cielo,

Y señales abajo en la tierra,

Sangre y fuego y vapor de humo;

20 El sol se convertirá en tinieblas,

Y la luna en sangre,

Antes que venga el día del Señor,

Grande y manifiesto;

21 Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.b

22Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 23a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole;c 24al cual Dios levantó,d sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. 25Porque David dice de él:

Veía al Señor siempre delante de mí;

Porque está a mi diestra, no seré conmovido.

26 Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua,

Y aun mi carne descansará en esperanza;

27 Porque no dejarás mi alma en el Hades,

Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.

28 Me hiciste conocer los caminos de la vida;

Me llenarás de gozo con tu presencia.e

29Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. 30Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,f 31viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. 32A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 34Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:

Dijo el Señor a mi Señor:

Siéntate a mi diestra,

35 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.g

36Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

37Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. 41Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.

La vida de los primeros cristianos

43Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas;h 45y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.i 46Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

Curación de un cojo

3

1Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. 2Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. 3Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. 4Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. 5Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. 6Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; 8y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. 9Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. 10Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.

Discurso de Pedro en el pórtico de Salomón

11Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón. 12Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? 13El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. 14Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida,a 15y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. 16Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.

17Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. 18Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. 19Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. 22Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable;b 23y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.c 24Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días. 25Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra.d 26A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.

Pedro y Juan ante el concilio

4

1Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, 2resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. 3Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. 4Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.

5Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, 6y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; 7y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? 8Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: 9Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, 10sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. 11Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del

Read more Explain verse



A service of Logos Bible Software