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Eclesiastés 5:1–7:29
La insensatez de hacer votos a la ligera
5
1Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. 2No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.
3Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.
4Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. 5Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. 6No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?
7Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.
8Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos. 9Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos.
10El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad. 11Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?
12Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.
13Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; 14las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano. 15Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano. 16Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano? 17Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria.
18He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte. 19Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. 20Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón.
1Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: 2El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso. 3Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él. 4Porque éste en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas su nombre es cubierto. 5Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más reposo tiene éste que aquél. 6Porque si aquél viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo lugar?
7Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia. 8Porque ¿qué más tiene el sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los vivos? 9Más vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.
10Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él. 11Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre? 12Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?
Contraste entre la sabiduría y la insensatez
7
1Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento. 2Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón. 3Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón. 4El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría. 5Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios. 6Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad. 7Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio, y las dádivas corrompen el corazón. 8Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu. 9No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios. 10Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría. 11Buena es la ciencia con herencia, y provechosa para los que ven el sol. 12Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores. 13Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?
14En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.
15Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días. 16No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte? 17No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo? 18Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo.
19La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos que haya en una ciudad.
20Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.
21Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti; 22porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces.
23Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí. 24Lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo hallará? 25Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error. 26Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso. 27He aquí que esto he hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la razón; 28lo que aún busca mi alma, y no lo encuentra: un hombre entre mil he hallado, pero mujer entre todas éstas nunca hallé. 29He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.
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