Cargando…

Mateo 20:16–34

16Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.b

Nuevamente Jesús anuncia su muerte

(Mr. 10.32–34; Lc. 18.31–34)

17Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: 18He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; 19y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará.

Petición de Santiago y de Juan

(Mr. 10.35–45)

20Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. 21El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. 22Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. 23El les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. 24Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. 25Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26Mas entre vosotros no será así,c sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;d 28como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

Dos ciegos reciben la vista

(Mr. 10.46–52; Lc. 18.35–43)

29Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud. 30Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 31Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 32Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 33Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. 34Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron.

Leer más



Un servicio de Software Bíblico Logos