Cargando…

Marcos 9:1–29

1También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.

La transfiguración

(Mt. 17.1–13; Lc. 9.28–36)

2Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos.a 3Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. 4Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. 5Entonces Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. 6Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados. 7Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado;b a él oíd. 8Y luego, cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo.

9Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos. 10Y guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos. 11Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?c 12Respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; ¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada? 13Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.

Jesús sana a un muchacho endemoniado

(Mt. 17.14–21; Lc. 9.37–43)

14Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. 15Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. 16El les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? 17Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 18el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. 19Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. 20Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. 21Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. 22Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. 23Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. 24E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. 25Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. 26Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. 27Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó. 28Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? 29Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.

Leer más



Un servicio de Software Bíblico Logos