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Proverbios 25:1–29:27

25 También estos son proverbios de Salomóna, que transcribieron los hombres de Ezequías, rey de Judá:

2 Es gloria de Dios encubrir una cosaa,

Pero la gloria de los reyes es investigar un asuntob.

3 Como la altura de los cielos y la profundidad de la tierra,

Así es el corazón de los reyes, inescrutable.

4 Quita la escoria de la plataa,

Y saldrá un vaso para el orfebreb;

5 Quita al malo de delante del reya,

Y su trono se afianzará en la justiciab.

6 No hagas ostentación ante el rey,

Y no te pongas en el lugar de los grandes;

7 Porque es mejor que te digan: «Sube acá»,

A que te humillen delante del príncipe

A quien tus ojos han vistoa.

8 No te apresures a presentar pleitoa;

Pues1 ¿qué harás al final,

Cuando tu prójimo te avergüence?

9 Discute tu caso con tu prójimoa

Y no descubras el secreto de otrob,

10 No sea que te reproche el que lo oiga

Y tu mala fama no se acabe1.

11 Como manzanas de oro en engastes de plata

Es la palabra dicha a su tiempoa.

12 Como pendiente1 de oroa y adorno de oro finob

Es el sabio que reprende al oído atentoc.

13 Como frescura de nieve en tiempo1 de la siega

Es el mensajero fiela para los que lo envían,

Porque refresca el alma de sus señores.

14 Como las nubes y el viento sin lluviaa

Es el hombre que se jacta falsamente de sus dones1b.

15 Con la mucha paciencia1 se persuade al príncipe,

Y la lengua suave quebranta los huesosa.

16 ¿Has hallado miela? Come solo lo que necesites1,

No sea que te hartes y la vomites.

17 No frecuente tu pie la casa de tu vecino,

No sea que él se hastíe de ti y te aborrezca.

18 Como mazo y espadaa y flecha agudab

Es el hombre que levanta falso testimonio contra su prójimoc.

19 Como diente malo y pie que resbala

Es la confianza en el hombre engañadora en tiempo de angustia.

20 Como el que se quita la ropa en día de frío, o como el vinagre sobre la lejía1,

Es el que canta canciones a un corazón afligido2.

21 Si tu enemigo1 tiene hambre, dale de comer pan,

Y si tiene sed, dale a beber aguaa;

22 Porque así amontonarás1 brasas sobre su cabeza,

Y el Señor te recompensaráa.

23 El viento del norte trae la lluvia,

Y la lengua murmuradora1, el semblante lleno de iraa.

24 Mejor es vivir en un rincón del terrado

Que en una casa con mujer rencillosa1a.

25 Como agua fría para el alma sedienta,

Así son las buenas nuevas de una tierra lejanaa.

26 Como manantial turbio y pozo contaminado1a

Es el justo que cede ante el impío.

27 No es bueno comer mucha miel,

Ni el buscar la propia gloria es gloriaa.

28 Como ciudad invadida y sin murallasa

Es el hombre que no domina su espíritub.

26 Como nieve en el verano y como lluvia en la siegaa,

Así la honra no es apropiada para el neciob.

2 Como el gorrión en su vagar y la golondrina en su vueloa,

Así la maldición no viene sin causab.

3 El látigo es para el caballo, la brida para el asnoa,

Y la vara para la espalda de los neciosb.

4 No respondas al necio de acuerdo con su necedada,

Para que no seas tú también como él.

5 Responde al necio según su necedada se merece,

Para que no sea sabio ante sus propios ojosb.

6 Se corta los pies y bebe violencia

El que envía recado por mano de un necio.

7 Como las piernas que penden del lisiado,

Así es el proverbio en boca de los necios.

8 Como el que ata1 la piedra a la honda,

Así es el que da honor al necio.

9 Como espina que se clava1 en la mano de un borracho,

Así es el proverbio en boca de los necios.

10 Como arquero que a todos hiere,

Así es el que toma a sueldo al necio o a1 los que pasan.

11 Como perro que vuelve a su vómitoa

Es el necio que repite su1 necedadb.

12 ¿Has visto a un hombre que se tiene por sabio1a?

Más esperanza hay para el necio que para élb.

13 El perezoso dicea: «Hay un león en el camino;

Hay un león en medio de la plaza».

14 Como la puerta gira sobre sus goznes,

Así da vueltas el perezoso en su camaa.

15 El perezoso mete la mano en el platoa,

Pero se fatiga de llevársela a la boca.

16 El perezoso es más sabio ante sus propios ojos

Que siete que den una respuesta discreta1a.

17 Como el que toma un perro por las orejas,

Así es el que pasa y se entremete1 en pleito que no es suyoa.

18 Como el enloquecido que lanza

Teas encendidasa, flechas y muerte,

19 Así es el hombre que engaña a su prójimoa,

Y dice: «¿Acaso no estaba yo bromeandob?».

20 Por falta de leña se apaga el fuego,

Y donde no hay chismosoa, se calma la discusiónb.

21 Como carbón para las brasas y leña para el fuego,

Así es el hombre rencilloso para encender pleitosa.

22 Las palabras del chismoso son como bocados deliciosos,

Y penetran hasta el fondo de las entrañas1a.

23 Como vasija de barro revestida de escoria de plataa,

Así son los labios ardientes y el corazón perverso.

24 El que odia, disimula con sus labiosa,

Pero en su corazón1 acumula engañob.

25 Cuando su voz sea agradable, no lo creas,

Pues hay siete abominaciones en su corazóna.

26 Aunque su odio se cubra con engañoa,

Su perversidad será descubierta en la asambleab.

27 El que cava un hoyo caerá en éla,

Y el que hace rodar una piedra, sobre él volverá.

28 La lengua mentirosa odia a los que oprime1,

Y la boca lisonjera causa ruinaa.

27 No te gloríes del día de mañanaa,

Porque no sabes qué traerá el díab.

2 Que te alabe el extraño, y no tu boca;

El extranjero, y no tus labiosa.

3 Pesada es la piedra y pesada la arena,

Pero la provocación del necio es más pesada que ambas.

4 Cruel es el furor e inundación la ira;

Pero ¿quién se mantendrá ante los celosa?

5 Mejor es la reprensión francaa

Que el amor encubierto.

6 Fieles son las heridas del amigoa,

Pero engañosos1 los besos del enemigo2b.

7 El hombre1 saciado aborrece2 la miel,

Pero para el hombre1 hambriento todo lo amargo le es dulce.

8 Como pájaro que vaga lejos de su nidoa,

Así es el hombre que vaga lejos de su hogar1b.

9 El ungüentoa y el perfume alegran el corazón,

Y dulce para su amigo es el consejo del hombre1.

10 No abandones a tu amigoa ni al amigo de tu padreb,

Ni vayas a la casa de tu hermano el día de tu infortunio.

Mejor es un vecino cerca que un hermano lejos.

11 Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazóna,

Para que yo responda al que me afrentab.

12 El hombre prudente ve el mal y se esconde,

Los simples siguen adelante y pagan las consecuencias.

13 Tómale la ropa al que1 sale fiador del extraño;

Y tómale prenda por la mujer desconocida2a.

14 Al que muy de mañana bendice a su amigo en alta voz,

Le será contado como una maldicióna.

15 Gotera constante en día de lluvia

Y mujer rencillosa, son semejantesa;

16 El que trata de contenerla1, es como refrenar2 al viento

Y recoger3 aceite con su mano derecha.

17 El hierro con hierro se afila,

Y un hombre aguza a otro1.

18 El que cuida la higuera comerá su frutoa,

Y el que atiende a su señor será honradob.

19 Como el agua refleja el rostro1,

Así el corazón del hombre refleja al hombre.

20 El Seol1 y el Abadón2a nunca se sacianb;

Tampoco se sacian los ojos del hombrec.

21 El crisol es para la plata y el horno para el oroa,

Y al hombre se le prueba por la alabanza que recibeb.

22 Aunque machaques con el mazo al necio en un mortero entre el grano molido,

No se apartará de él su necedada.

23 Conoce bien la condición1 de tus rebaños,

Y presta atención2 a tu ganadoa;

24 Porque las riquezas no son eternas,

Ni perdurará la corona por todas las generacionesa.

25 Cuando la hierba desaparece se ve el retoño,

Y se recogen las hierbas de los montesa;

26 Los corderos darán para tu vestido,

Y las cabras para el precio de un campo,

27 Y habrá suficiente leche de cabra para tu alimento,

Para el alimento de tu casa,

Y sustento para tus doncellas.

Proverbios antitéticos

28 El impío huye sin que nadie lo persigaa,

Pero los justos están confiados como un león.

2 Por la transgresión de la tierra, muchos son sus príncipesa;

Pero por el hombre entendido y de conocimiento permanece estable1b.

3 El pobre que oprime a los humildesa

Es como lluvia torrencial que no deja1 pan.

4 Los que abandonan la ley alaban a los impíosa,

Pero los que guardan la ley luchan contra ellosb.

5 Los hombres malvados no entienden de justicia1a,

Pero los que buscan al Señor lo entienden todob.

6 Mejor es el pobre que anda en su integridada

Que el que es perverso1, aunque sea rico.

7 El que guarda la ley es hijo entendido,

Pero el que es compañero de glotonesa avergüenza a su padre.

8 El que aumenta su riqueza por interés y usuraa,

La recoge para el que se apiada de los pobresb.

9 Al que aparta su oído para no oír la ley,

Su oración también es abominacióna.

10 El que extravía a los rectos por el mal camino

En su propia fosa caeráa,

Pero los íntegros1 heredarán el bienb.

11 El rico es sabio ante sus propios ojosa,

Pero el pobre que es entendido, lo sondea1.

12 Cuando los justos triunfan, grande es la gloriaa,

Pero cuando los impíos se levantan, los hombres se esconden1b.

13 El que encubre sus pecados no prosperaráa,

Pero el que los confiesa y los abandona hallará misericordiab.

14 Cuán bienaventurado es el hombre que siempre temea,

Pero el que endurece su corazón caerá en el infortuniob.

15 Cual león rugientea y oso agresivo

Es el gobernante perverso sobre el pueblo pobreb.

16 Al príncipe que es gran opresor le falta entendimientoa,

Pero el que odia las ganancias injustas prolongará sus días.

17 El hombre cargado con culpa de sangre humana,

Fugitivo será hasta la muerte1a; que nadie lo apoye.

18 El que anda en integridad1 será salvo,

Pero el que es de camino torcido2 caerá de repentea.

19 El que labra su tierra se saciará de pana,

Pero el que sigue propósitos vanos se llenará de pobreza.

20 El hombre fiel abundará en bendicionesa,

Pero el que se apresura a enriquecerse no quedará sin castigob.

21 Hacer acepción de personas1 no es buenoa,

Pues por un bocado de pan el hombre pecaráb.

22 El hombre avaro1a corre tras la riquezab

Y no sabe que la miseria vendrá sobre él.

23 El que reprende al hombrea hallará después más favor

Que el que lo lisonjea con la lenguab.

24 El que roba a su padre o a su madrea

Y dice: «No es transgresión»,

Es compañero del hombre destructorb.

25 El hombre arrogante1 provoca rencillasa,

Pero el que confía en el Señor prosperará2b.

26 El que confía en su propio corazóna es un necio,

Pero el que …

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