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Proverbios 17–19

17 Mejor es un bocado seco y con él tranquilidad,

Que una casa llena de banquetes con discordia1a.

2 El siervo prudente prevalecerá sobre el hijo sin honra,

Y con1 los hermanos participará de la herencia.

3 El crisol es para la plata y el horno para el oroa,

Pero el Señor prueba los corazonesb.

4 El malhechor escucha a los labios perversosa;

El mentiroso1 presta atención a la lengua detractora.

5 El que se burla del pobre afrenta a su Hacedora;

El que se regocija de la desgraciab no quedará sin castigo.

6 Corona de los ancianos son los nietosa,

Y la gloria de los hijos son sus padresb.

7 No convienen al necio las palabras elocuentes1a,

Mucho menos al príncipe los labios mentirososb.

8 Talismán1 es el sobornoa a los ojos de su dueño;

Dondequiera que se vuelva, prospera.

9 El que cubre una falta busca afectoa,

Pero el que repite el asunto separa a los mejores amigosb.

10 La reprensión penetra más en el que tiene entendimiento

Que cien azotes en el necio.

11 El rebelde solo busca el mal,

Y un cruel mensajero se enviará contra él.

12 Mejor es encontrarse con una osa privada de sus cachorrosa,

Que con un necio en su necedadb.

13 Al que devuelve mal por biena,

El mal no se apartará de su casab.

14 El comienzo del pleito es como el soltar de las aguas;

Deja, pues, la riña antes de que empiecea.

15 El que justifica al impío y el que condena al justoa,

Ambos son igualmente abominación al Señor.

16 ¿De qué sirve1 el precio en la mano del necio para comprar sabiduríaa

Cuando no tiene entendimiento2?

17 En todo tiempo ama el amigoa,

Y el hermano nace para tiempo de angustia.

18 El hombre falto de entendimiento1 se compromete2,

Y sale fiador a favor de su prójimoa.

19 El que ama la transgresión, ama el pleitoa;

El que alza su puerta, busca la destrucciónb.

20 El de corazón perverso nunca encuentra el biena,

Y el de lengua pervertida cae en el malb.

21 El que engendra un necio, para su tristeza lo engendra,

Y el padre del necio no tiene alegríaa.

22 El corazón alegre es buena medicina1a,

Pero el espíritu quebrantado seca los huesosb.

23 El impío recibe sobornoa bajo el manto1

Para pervertir las sendas del derechob.

24 En presencia del que tiene entendimiento está la sabiduría,

Pero los ojos del necioa están en los extremos de la tierra.

25 El hijo necio es pesadumbre de su padrea

Y amargura para la que lo dio a luzb.

26 Ciertamente no es bueno multar al justoa,

Ni golpear a los nobles por su rectitud.

27 El que retiene sus palabras tiene conocimiento1a,

Y el de espíritu sereno es hombre entendidob.

28 Aun el necio, cuando calla, es tenido por sabio,

Cuando cierra los labios, por prudentea.

18 El que vive aislado busca su propio deseo,

Contra todo consejo se encolerizaa.

2 El necio no se deleita en la prudencia,

Sino solo en revelar su corazóna.

3 Cuando llega el impío, llega también el desprecio,

Y con la deshonra viene la afrenta.

4 Aguas profundas son las palabras de la boca del hombrea;

Arroyo que fluye, la fuente de la sabiduría.

5 No es bueno mostrar preferenciaa por el impío,

Para ignorar al1 justo en el juiciob.

6 Los labios del necio provocan1 riña,

Y su boca llama a los golpesa.

7 La boca del necio es su ruinaa,

Y sus labios una trampa para su alma.

8 Las palabras del chismoso son como bocados deliciosos,

Y penetran hasta el fondo de las entrañas1.

9 También el que es negligente en su trabajoa

Es hermano del que destruyeb.

10 El nombre del Señora es torre fuerteb,

A ella corre el justo y está a salvo1c.

11 La fortuna del rico es su ciudad fortificadaa,

Y como muralla alta en su imaginación.

12 Antes de la destrucción el corazón del hombre es altivoa,

Pero a la gloria precede la humildadb.

13 El que responde antes de escuchar,

Cosecha1 necedad y vergüenzaa.

14 El espíritu del hombre puede soportar su enfermedada,

Pero el espíritu quebrantado, ¿quién lo puede sobrellevarb?

15 El corazón del prudente adquiere conocimientoa,

Y el oído del sabio busca el conocimientob.

16 La dádiva del hombre le abre caminoa

Y lo lleva ante la presencia de los grandes.

17 Justo parece el primero que defiende su causa1

Hasta que otro2 viene y lo examina3.

18 La suertea pone fin a los pleitos

Y decide1 entre los poderosos.

19 El hermano ofendido es más difícil de ganar que una ciudad fortificada,

Y los pleitos son como cerrojos de fortaleza.

20 Con el fruto de su boca el hombre sacia su vientrea,

Con el producto de sus labios se saciaráb.

21 Muerte y vida están en poder1 de la lenguaa,

Y los que la aman comerán su frutob.

22 El que halla esposa halla algo buenoa

Y alcanza el favor del Señorb.

23 El pobre habla suplicandoa,

Pero el ricob responde con durezac.

24 El hombre de muchos amigos se arruina1,

Pero hay amigo2 más unido que un hermanoa.

19 Mejor es el pobre que anda en su integridada

Que el de labios perversos y necio.

2 Tampoco es bueno para una persona1 carecer de conocimiento,

Y el que se apresura con los pies pecaa.

3 La insensatez del hombre pervierte su caminoa,

Y su corazón se irrita contra el Señorb.

4 La riqueza añade muchos amigos,

Pero el pobre es separado de su amigoa.

5 El testigo falsoa no quedará sin castigo,

Y el que cuenta1 mentiras no escaparáb.

6 Muchos buscan el favora del generoso1,

Y todo hombre es amigo del que dab.

7 Todos los hermanos del pobre lo aborrecen,

¡Cuánto más sus amigos se alejarán de éla!

Los persigueb con palabras, pero ellos se han ido1.

8 El que adquiere cordura1 ama su alma;

El que guarda la prudencia hallará el biena.

9 El testigo falso no quedará sin castigo,

Y el que cuenta1 mentiras pereceráa.

10 Al necio no conviene la vida de lujoa;

Mucho menos a un siervo gobernar a los príncipesb.

11 La discreción del hombre le hace lento para la iraa,

Y su gloria es pasar por alto una ofensab.

12 Como rugido de león es la ira del reya,

Y su favor como rocío sobre la hierbab.

13 El hijo necio es ruina de su padrea,

Y gotera constante las contiendas de una esposab.

14 Casa y riqueza son herencia de los padresa,

Pero la mujer prudente viene del Señor.

15 La pereza hace caer en profundo sueñoa,

Y el alma ociosa sufrirá hambre.

16 El que guarda el mandamiento guarda su almaa,

Pero el que desprecia sus caminos morirá.

17 El que se apiada del pobre presta al Señora,

Y Él lo recompensará por su buena obra1b.

18 Disciplina a tu hijo mientras hay esperanza,

Pero no desee tu alma causarle la muertea.

19 El hombre de gran ira llevará el castigo,

Porque si tú lo rescatas, tendrás que hacerlo de nuevo.

20 Escucha el consejo y acepta la corrección1,

Para que seas sabioa el resto de tus días2.

21 Muchos son los planes en el corazón del hombrea,

Mas el consejo del Señor permaneceráb.

22 Lo que es deseable en un hombre es su bondad1,

Y es mejor ser pobre que mentiroso.

23 El temor1 del Señor conduce a la vidaa,

Para poder dormir satisfechob, sin ser tocado2 por el malc.

24 El perezosoa mete su mano en el platob,

Y ni aun a su boca la llevará.

25 Golpea al insolente y el ingenuo1 se volverá astutoa,

Pero reprende al que tiene inteligenciab y ganará2 en conocimiento.

26 El que asalta a su padre y echa fuera a su madrea

Es un hijo que trae vergüenza y desgracia.

27 Cesa, hijo mío, de escuchar la instrucción1,

Y te desviarás de las palabras de sabiduría.

28 El testigo perverso se burla de la justicia1,

Y la boca de los impíos esparce2 iniquidada.

29 Los juicios1 están preparados para los insolentesa,

Y los azotes para la espalda de los neciosb.

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