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Mateo 6–11

La verdadera observancia de la religión

6 »Cuídense de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellosa; de otra manera no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos.

Las ofrendas

2 »Por eso, cuando des limosna1, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombresa. En verdad les digo que ya han recibido su recompensab.

3 »Pero , cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha,

4 para que tu limosna1 sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensaráa.

La oración

5 »Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las callesa, para ser vistos por los hombres1b. En verdad les digo que ya han recibido su recompensac.

6 »Pero , cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puertaa, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensaráb.

7 »Y al orar, no usen ustedes repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabreríaa.

8 »Por tanto, no se hagan semejantes a ellos; porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes que ustedes lo pidana.

El Padre nuestro

9 »aUstedes, pues, oren de esta manera:

Padre nuestro que estás en los cielos,

Santificado sea Tu nombre.

10 Venga Tu reinoa.

Hágase Tu voluntadb,

Así en la tierra como en el cielo.

11 -”Danos hoy el pan nuestro de cada día1a.

12 -”Y perdónanos nuestras deudas1, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudoresa.

13 -”Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mala. Porque Tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre. Amén1”.

14 »Porque si ustedes perdonan a los hombres sus transgresiones, también su Padre celestial les perdonará a ustedesa.

15 »Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus transgresionesa.

El ayuno

16 »Y cuando ayunena, no pongan cara triste, como los hipócritas; porque ellos desfiguran1 sus rostros para mostrar a los hombres que están ayunando. En verdad les digo que ya han recibido su recompensab.

17 »Pero , cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostroa,

18 para no hacer ver1 a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensaráa.

El verdadero tesoro

19 »No acumulen para tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran* y robana;

20 sino acumulen1 tesoros en el cieloa, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban;

21 porque donde esté tu tesoroa, allí estará también tu corazón.

22 »aLa lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano1, todo tu cuerpo estará lleno de luz.

23 »Pero si tu ojo está maloa, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad!

24 »Nadie puede servir a dos señoresa; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o apreciará a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas1b.

25 »aPor eso les digo, no se preocupen por su vidab, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, qué vestirán. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa?

26 »Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial1 las alimentaa. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?

27 »¿Quién de ustedes, por ansiosoa que esté, puede añadir una hora1 al curso de su vida2b?

28 »Y por la ropa, ¿por qué se preocupana? Observen cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan.

29 »Pero les digo que ni Salomóna en toda su gloria se vistió como uno de ellos.

30 »Y si Dios así viste la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará Él mucho más por ustedes, hombres de poca fea?

31 »Por tanto, no se preocupena, diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿qué beberemos?” o “¿con qué nos vestiremos?”.

32 »Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que el Padre celestial1a sabe que ustedes necesitan todas estas cosas.

33 »Pero busquen primero Su1 reino2 y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas3a.

34 »Por tanto, no se preocupena por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará1 de mismo. Bástenle a cada2 día sus propios problemas.

El juicio hacia los demás

7 a»No juzguen para que no sean juzgados.

2 »Porque con el juicio con que ustedes juzguen, serán juzgados; y con la medida con que midan, se les mediráa.

3 »¿Por qué miras la mota* que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojoa?

4 »¿O cómo puedes decir1 a tu hermano: “Déjame sacarte la mota del ojo”, cuando la viga está en tu ojoa?

5 »¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano.

6 »No den lo santo a los perrosa, ni echen sus perlas delante de los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose los despedacen a ustedes.

La oración recibirá respuesta

7 »aPidan, y se les daráb; busquen, y hallarán; llamen1, y se les abrirá.

8 »Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

9 »¿O qué hombre hay entre ustedes que si su hijo le pide pan, le1 dará una piedra,

10 o si1 le pide un pescado, le2 dará una serpiente?

11 »Pues si ustedes, siendo malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le pidena?

12 »Por eso, todo cuanto quieran que los hombres les hagana, así también hagan ustedes con ellos, porque esta es la ley y los profetasb.

Dos puertas y dos sendas

13 »Entren por la puerta estrechaa, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición1, y muchos son los que entran por ella.

14 »Pero estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

Cómo conocer a los falsos profetas

15 »Cuídense de los falsos profetasa, que vienen a ustedes con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapacesb.

16 »Por sus frutos los conocerána. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?

17 »Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malosa.

18 »Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos.

19 »Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuegoa.

20 »Así que, por sus frutos los conocerána.

21 »No todo el que me dice: “Señor, Señora”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos.

22 »Muchos me dirána en aquel díab: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros1?”.

23 »Entonces les declararé: “Jamás los conocí; apártense de Mía, los que practican la iniquidad”.

Los dos cimientos

24 »aPor tanto, cualquiera que oye estas palabras Mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca;

25 y cayó la lluvia, vinieron los torrentes1, soplaron los vientos y azotaron* aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca.

26 »Todo el que oye estas palabras Mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena;

27 y cayó la lluvia, vinieron los torrentes1, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción».

28 Cuando1 Jesús terminóa estas palabras, las multitudes se admiraban de Su enseñanzab;

29 porque les enseñaba como uno que tiene autoridad, y no como sus escribas.

Curación de un leproso

8 Cuando Jesús bajó del monte, grandes multitudes lo seguían.

a2 Y se acercó un leproso y se postró ante Él1b, diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme»

3 Extendiendo Jesús la mano, lo tocó, diciendo: «Quiero; limpio». Y al instante quedó limpio de su lepra1a.

4 Entonces Jesús le dijo*: «Mira, no se lo digas a nadiea, sino veb, muéstrate al sacerdotec y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio a ellos».

Jesús sana al criado del centurión

5 aAl entrar Jesús en Capernaúm, se acercó un centurión y le suplicó:

6 «Señor, mi criado1 está postrado en casa, paralíticoa, sufriendo mucho2»

7 Y Jesús le dijo*: «Yo iré y lo sanaré».

8 Pero el centurión respondió: «Señor, no soy digno de que Tú entres bajo mi techo; solamente di la palabra1 y mi criado2 quedará sano.

9 »Porque yo también soy hombre bajo autoridada, con1 soldados a mis órdenes2; y digo a este: “Ve”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace»

10 Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que lo seguían: «En verdad les digo que en Israel1 no he hallado en nadie una fe tan grande.

11 »Y les digo que vendrán muchos del oriente y del occidentea, y se sentarán1 a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.

12 »Pero los hijos del reinoa serán arrojados a las tinieblas de afuerab; allí será el llanto y el crujir de dientesc».

13 Entonces Jesús dijo al centurión: «Vete; así como has creídoa, te sea hecho». Y el criado1 fue sanado en esa misma hora.

Jesús sana a la suegra de Pedro y a muchos otros

14 aCuando Jesús llegó a casa de Pedro, vio a la suegra de este1 que estaba en cama2 con fiebre.

15 Le tocó la mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó y le servía.

16 Y al atardecer, le trajeron muchos endemoniadosa; y expulsó a los espíritus con Su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermosb,

17 para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías cuando dijo: «Él tomó nuestras flaquezas y llevó1 nuestras enfermedadesa».

Lo que demanda el discipulado

18 Viendo Jesús una multitud a Su alrededor, dio ordena de pasar al otro lado del mar.

a19 Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas»

20 Jesús le respondió*: «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombrea no tiene dónde recostar la cabeza».

21 Otro de los discípulos le …

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