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Matthew 10–27

Llamamiento de los doce apóstoles

10 Llamando a Sus doce discípulosa, Jesús les dio poder1 sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y para sanar toda enfermedad y toda dolenciab.

a2 Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero, Simónb, llamado Pedro, y Andrés su hermanoc; y Jacobo1d, el hijo de Zebedeo, y Juan2 su hermano;

3 Felipe y Bartolomé1a; Tomásb y Mateoc, el recaudador de impuestos2; Jacobo3d, el hijo de Alfeo, y Tadeoe;

4 Simón el cananita1, y Judas Iscariotea, el que también lo entregó.

Jesús envía a los doce

5 A estos docea envió Jesús después de instruirlos, diciendo: «No vayan por1 el camino de los gentiles ni entren en ninguna ciudad de los samaritanosb.

6 »Sino vayan más bien a las ovejas perdidasa de la casa de Israel.

7 »Y cuando vayan, prediquen diciendo: “El reino de los cielos se ha acercadoa”.

8 »Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios; de gracia1 recibieron, den de gracia1.

9 »aNo se provean de oro, ni de plata, ni de cobre para llevar en sus cintos,

10 ni de alforja1 para el camino, ni de dos túnicas2, ni de sandalias, ni de bordón; porque el obrero es digno de su sostén3a.

11 »En cualquier ciudad o aldea donde entren, averigüen quién es digno en ella, y quédense allí hasta que se marchen.

12 »Al entrar en la casa, denle su saludo de paz.a

13 »Y si la casa es digna, que su saludo de paz venga sobre ella; pero si no es digna, que su saludo de paz se vuelva a ustedes.

14 »Cualquiera que no los reciba ni oiga sus palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudan el polvo de sus piesa.

15 »En verdad les digo que en el día del juicioa será más tolerable el castigob para la tierra de Sodoma y Gomorrac que para esa ciudad.

Advertencias a los doce

16 »Miren, Yo los envío como ovejas en medio de lobosa; por tanto, sean1 astutos como las serpientesb e inocentes como las palomasc.

17 »Pero cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales1a y los azotarán en sus sinagogasb;

18 y hasta serán llevados delante de gobernadores y reyes por Mi causa, como un testimonio a ellos y a los gentiles.

19 »aPero cuando los entreguen, no se preocupen de cómo o qué hablarán; porque a esa hora se les dará lo que habrán de hablarb.

20 »Porque no son ustedes los que hablan, sino el Espíritu de su Padre que habla en ustedesa.

21 »El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijoa; y los hijos se levantarán contra los padresb, y les causarán la muerte1.

22 »Y serán odiados de todos por causa de Mi nombrea, pero el que persevere hasta el fin, ese será salvob.

23 »Pero cuando los persigan en esta ciudad, huyan a la otraa; porque en verdad les digo, que no terminarán de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombreb.

Palabras de aliento a los doce

24 »Un discípulo1 no está por encima del maestro, ni un siervo por encima de su señora.

25 »Le basta al discípulo llegar a ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al dueño de la casaa lo han llamado Beelzebúb, ¡cuánto más a los de su casa!

26 »aAsí que no les tengan miedo, porque nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberseb.

27 »Lo que les digo en la oscuridad, háblenlo en la luza; y lo que oyen al oído, proclámenlo desde las azoteasb.

28 »No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien teman a Aquela que puede hacer perecer1 tanto el alma como el cuerpo en el infierno2b.

29 »¿No se venden dos pajarillos1 por una moneditaa? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo el Padre2.

30 »Y hasta los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contadosa.

31 »Así que no teman; ustedes valen más que muchos pajarillos1a.

32 »Por tanto, todo el que me1 confiese delante de los hombres, Yo también lo2 confesaré delante de Mi Padre que está en los cielosa.

33 »Pero cualquiera que me niegue delante de los hombresa, Yo también lo negaré delante de Mi Padre que está en los cielos.

El costo del discipulado

34 »aNo piensen que vine a traer1 paz a la tierra; no vine a traer1 paz, sino espada.

35 »Porque vine a poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegraa;

36 y los enemigos del hombre serán los de su misma casaa.

37 »El que ama al padre o a la madre más que a , no es digno de ; y el que ama al hijo o a la hija más que a , no es digno de a.

38 »Y el que no toma su cruz y sigue en pos de , no es digno de a.

39 »El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por Mi causa, la hallaráa.

40 »El que los recibe a ustedes, me recibe a a; y el que me recibe a , recibe al que me enviób.

41 »El que recibe a un profeta como1 profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo como1 justo, recibirá recompensa de justoa.

42 »Y cualquiera que como1 discípulo a beber aunque solo sea un vaso de agua fría a uno de estos pequeños2, en verdad les digo que no perderá su recompensaa».

Jesús sale a enseñar y predicar

11 Y sucedió que cuando Jesús terminó de dar instrucciones a Sus doce discípulosa, se fue de allí a enseñar y predicar1 en las ciudades de ellosb.

aJesús y los discípulos de Juan

2 Al oír Juan en la cárcel de las obras de Cristo1, mandó por medio de sus discípulos

3 a decir a Jesús: «¿Eres Tú el que ha de venir* a, o esperaremos a otro?»

4 Jesús les respondió: «Vayan y cuenten a Juan lo que oyen y ven:

5 los ciegos reciben la vista y los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyena, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangeliob.

6 »Y bienaventurado es el que no se escandaliza de a».

Jesús habla de Juan el Bautista

7 Mientras ellos se iban, Jesús comenzó a hablar a las multitudes acerca de Juan: «¿Qué salieron a ver en el desiertoa? ¿Una caña sacudida por el viento?

8 »Pero, ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con ropas finas? Miren, los que usan ropas finas están en los palacios1 de los reyes.

9 »Pero, ¿qué salieron a ver? ¿A un profetaa? , les digo, y uno que es más que un profeta.

10 »Este es de quien está escrito:

He aquí, yo envío Mi mensajero delante de Ti,

Quien preparará Tu camino delante de Tia”.

11 »En verdad les digo que entre los nacidos de mujer1 no se ha levantado nadie mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.

12 »Desde los días de Juan el Bautistaa hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia1, y los violentos lo conquistan por la fuerza2.

13 »Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.

14 »Y si quieren aceptarlo, él es Elíasa, el que había de venir1.

15 »El que tiene oídos1, que oigaa.

16 »Pero, ¿con qué compararé a esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, que dan voces a los otros,

17 y dicen: “Les tocamos la flauta, y no bailaron; entonamos endechas1, y no se lamentaron2”.

18 »Porque vino Juan que no comíaa ni bebíab, y dicen: “Tiene un demonioc”.

19 »Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: “Miren, un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de recaudadores de impuestos1 y de pecadoresa”. Pero2 la sabiduría se justifica por sus hechos3».

Ayes sobre ciudades de Galilea

20 Entonces Jesús comenzó a reprender a las ciudades en las que había hecho la mayoría de Sus milagros1, porque no se habían arrepentidoa:

21 «¡aAy de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaidab! Porque si los milagros1 que se hicieron en ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidónc, hace tiempo que se hubieran arrepentido en cilicio y cenizad.

22 »Por eso les digo que en el día del juicioa será más tolerableb el castigo para Tiro y Sidón que para ustedes.

23 »Y , Capernaúma, ¿acaso serás elevada hasta los cielos? ¡Hasta el Hades1b descenderás2c! Porque si los milagros3 que se hicieron en ti se hubieran hecho en Sodomad, esta hubiera permanecido hasta hoy.

24 »Sin embargo, les digo que en el día del juicioa será más tolerableb el castigo para la tierra de Sodoma que para ti».

La gran invitación

25 aEn aquel tiempo1, Jesús dijo: «Te alabo2, Padreb, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios e inteligentesc, y las revelaste a los niños.

26 », Padrea, porque así fue de Tu agrado.

27 »Todas las cosas me han sido entregadas por Mi Padrea; y nadie conoce1 al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce1 al Padre, sino el Hijob, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

28 »Vengan a , todos los que están cansados1 y cargados, y Yo los haré descansara.

29 »Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de a, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almasb.

30 »Porque Mi yugo es fácil1 y Mi carga ligeraa».

Jesús, Señor del día de reposo

12 aPor aquel tiempo1 Jesús pasó por entre los sembrados en el día de reposo; Sus discípulos tuvieron hambre, y empezaron a arrancar espigasb y a comer.

2 Cuando los fariseos lo vieron, dijeron: «Mira, Tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposoa»

3 Pero Él les contestó: «¿No han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre,

4 cómo entró en la casa de Dios y comieron los panes consagradosa, que no les era lícito comer, ni a él ni a los que estaban con él, sino solo a los sacerdotes?

5 »¿O no han leído en la ley, que en los días de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo y están sin culpa?

6 »Pues les digo que algo* mayor que el templo está aquía.

7 »Pero si ustedes hubieran sabido lo que esto significa1: “Misericordia2 quiero y no sacrificioa”, no hubieran condenado a los inocentes.

8 »Porque el Hijo del Hombrea es Señor del día de reposo».

Jesús sana al hombre de la mano seca

9 aPasando de allí, entró en la sinagoga de ellos.

10 Y allí estaba un hombre que tenía una mano seca. Y para poder acusar a Jesús, le preguntaron: «¿Es lícito sanar en el día de reposoa

11 Y Él les respondió: «¿Qué hombre habrá de ustedes que tenga una sola oveja, si esta se le cae en un hoyo en el día de reposo, no le echa mano y la sacaa?

12 »Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una ovejaa! Por tanto, es lícito hacer bien en el día de reposo».

13 Entonces

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