Cargando…

Marcos 8:31–10:52

Jesús anuncia Su muerte y resurrección

31 aJesús comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer muchas cosas, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y después de tres días resucitarb.

32 Y les decía estas palabras claramentea. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprender a Jesús.

33 Pero Él volviéndose y mirando a Sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo*: «¡Quítate de delante de 1, Satanása!, porque no tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres».

Condiciones para seguir a Jesús

34 Llamando Jesús a la multitud y a Sus discípulos, les dijo: «Si alguien quiere venir conmigo, niéguese a mismo, tome su cruz, y sígamea.

35 »Porque el que quiera salvar su vida1, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de y del evangelio, la salvaráa.

36 »O, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?

37 »O, ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?

38 »Porque cualquiera que se avergüence de y de Mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombrea también se avergonzaráb de él, cuando venga en la gloria de Su Padre con los santos ángelesc».

9 Y Jesús les decía: «En verdad les digo que hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios después de que haya venido con podera».

La transfiguración

2 aSeis días después, Jesús tomó* con Él a Pedro, a Jacobo1 y a Juanb, y los llevó* a ellos solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos.

3 Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, muy blancasa, tal como ningún lavandero sobre la tierra las puede blanquear.

4 Y se les apareció Elías junto con Moisés, y estaban hablando con Jesús.

5 Entonces Pedro dijo* a Jesús: «Rabí1a, bueno es que estemos aquí; hagamos tres enramadas2, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elíasb»

6 Porque él no sabía qué decir1, pues estaban aterrados.

7 Entonces se formó1 una nube que los cubrió, y una voza salió1 de la nube: «Este es Mi Hijo amado; oigan a Él2b»

8 Y enseguida miraron en derredor, pero ya no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.

La venida de Elías

9 aCuando bajaban del monte, Jesús les ordenó que no contaran a nadieb lo que habían visto, hasta que1 el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.

10 Y se guardaron para sí lo que fue dicho, discutiendo entre sí qué significaría1 eso de resucitar de entre los muertos.

11 Le preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primeroa

12 «Es cierto que Elías, al venir primero, restaurará1 todas las cosas». les dijo. «Y, sin embargo, ¿cómo está escrito del Hijo del Hombrea que ha de padecer muchob y ser despreciado?

13 »Pero Yo les digo que Elías ya1 ha venido, y le hicieron cuanto quisieron, tal como está escrito de él».

Jesús sana a un muchacho endemoniado

14 aCuando regresaron adonde estaban los otros discípulos, vieron una gran multitud que los rodeaba, y a unos escribas que discutían con ellos.

15 Enseguida, cuando toda la multitud vio a Jesús, quedó sorprendidaa, y corriendo hacia Él, lo saludaban.

16 «¿Qué discuten con ellos?», les preguntó.

17 Y uno de la multitud le respondió: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo,

18 y siempre1 que se apodera de él, lo derriba, y echa espumarajos, cruje los dientes y se va consumiendo2. Dije a Tus discípulos que expulsaran al espíritu, pero no pudieron»

19 Jesús les dijo*: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo los tendré que soportar? ¡Traigan al muchacho!».

20 Y lo llevaron ante Él. Cuando el espíritu vio a Jesús, al instante sacudió con violencia al muchacho1, y este, cayendo a tierra, se revolcaba echando espumarajos.

21 Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?». «Desde su niñez», respondió.

22 «Muchas veces ese espíritu lo ha echado en el fuego y también en el agua para destruirlo. Pero si Tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos»

23 «¿Cómosi puedes?” », le dijo Jesús. «Todas las cosas son posibles para el que creea».

24 Al instante el padre del muchacho gritó y dijo: «Creo; ayúdame en mi incredulidad»

25 Cuando Jesús vio que la gente corría a reunirsea, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu mudo y sordo, Yo te ordeno: sal de él y no vuelvas a entrar en él».

26 Después de gritar y de sacudirlo con terribles convulsiones, el espíritu salió: y el muchacho quedó como muerto, tanto, que la mayoría de ellos decían: «¡Está muerto!»

27 Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y él se puso en pie.

28 Cuando Jesús entro en casaa, Sus discípulos le preguntaban en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?»

29 Jesús les dijo: «Esta clase con nada puede salir, sino con oración1».

Jesús anuncia otra vez Su muerte

30 aSaliendo de allí, iban pasando por Galilea, y Él no quería que nadie lo supiera.

31 Porque enseñaba a Sus discípulos, y les decía: «El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitaráa».

32 Pero ellos no entendían lo que les decía1a, y tenían miedo de preguntar a Jesús.

El mayor en el reino de los cielos

33 aLlegaron a Capernaúm; y estando ya en la casa, Jesús les preguntaba: «¿Qué discutían por el camino?».

34 Pero ellos guardaron silencio, porque en el camino habían discutido entre sí quién de ellos era el mayora.

35 Jesús se sentó, llamó a los doce discípulos y les dijo*: «Si alguien desea ser el primero, será1 el último de todos y el servidor de todosa».

36 Tomando a un niño, lo puso en medio de ellos; y tomándolo en los brazos les dijo:

37 «El que reciba a un niño como este1 en Mi nombre, me recibe a ; y el que me recibe a , no me recibe a , sino a Aquel que me envióa».

Recompensas y advertencias

38 «aMaestro», dijo Juan, «vimos a uno echando fuera demonios en Tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no nos seguía»

39 Pero Jesús dijo: «No se lo impidan, porque no hay nadie que haga un milagro en Mi nombre, y que pueda enseguida hablar mal de .

40 »Pues el que no está contra nosotros, por nosotros1 estáa.

41 »Porque cualquiera que les a ustedes a beber un vaso de agua, por razón de1 su nombre como seguidores de Cristo, en verdad les digo que no perderá su recompensaa.

42 »Cualquiera que haga pecar1 a uno de estos pequeñitos que creen en , mejor le fuera si le hubieran atado2 al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y lo hubieran echado al mara.

43 »Si tu mano te es ocasión de pecar* , córtala; te es mejor entrar en la vida manco, que teniendo las dos manos ir al infierno2a, al fuego que no se apagab,

44 * donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga.

45 »Y si tu pie te es ocasión de pecar, córtalo; te es mejor entrar cojo a la vida, que teniendo los dos pies ser echado al infierno1a,

46 * donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga.

47 »Y si tu ojo te es ocasión de pecar, sácatelo; te es mejor entrar al reino de Dios con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno1a,

48 »donde el gusano de ellos no muerea, y el fuego no se apagab.

49 »Porque todos serán salados con fuego1.

50 »La sal es buena; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonarána? Tengan sal en ustedesb y estén en paz los unos con los otrosc».

Jesús en Judea

10 aLevantándose de allí, Jesús se fue* a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y se reunieron* de nuevo las multitudes junto a Él, y una vez más, como acostumbraba, les enseñabab.

Enseñanza de Jesús sobre el divorcio

2 Se acercaron algunos fariseos, y para poner1 a prueba a Jesús, le preguntaban si era lícito a un hombre divorciarse de2 su mujer.

3 «¿Qué les mandó Moisés?», les dijo Jesús.

4 Ellos respondieron: «Moisés permitió al hombre escribir carta de divorcio y repudiarlaa».

5 Entonces Jesús les dijo: «Por la dureza del corazón de ustedes, Moisés les escribió este mandamientoa.

6 »Pero desde el principio de la creacióna, Dios los hizo varón y hembrab.

7 »Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre1a,

8 y los dos serán una sola carnea; así que ya no son dos, sino una sola carne.

9 »Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe».

10 Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.

11 Y Él les dijo*: «Cualquiera que se divorcie de1 su mujer y se case con otra, comete adulterio contra ellaa;

12 y si ella se divorcia de1 su maridoa y se casa con otro, comete adulterio».

Jesús bendice a los niños

13 aTraían niños a Jesús para que Él los tocara, pero los discípulos los reprendieron.

14 Cuando Jesús vio esto, se indignó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a ; no se lo impidan, porque de los que son como estos1 es el reino de Diosa.

15 »En verdad les digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en éla».

16 Y tomándolos en los brazosa, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos.

El joven rico

17 aCuando Jesús salía para irse, vino un hombre corriendo, y arrodillándose delante de Élb, le preguntó1: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eternac.

18 Jesús le respondió: “¿Por qué Me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios.

19 » sabes los mandamientos: “No mates, no cometas adulterio, no hurtes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madrea”».

20 «Maestro, todo esto lo he guardadoa desde mi juventud», dijo el hombre.

21 Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: «Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cieloa; entonces vienes y Me sigues».

22 Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes.

Peligro de las riquezas

23 Jesús, mirando en derredor, dijo* a Sus discípulos: «¡Qué difícil será para los que tienen riquezas entrar en el reino de Diosa!».

24 Los discípulos se asombrarona de Sus palabras. Pero Jesús respondiendo de nuevo, les dijo*: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios1!

25 »Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una1 aguja, que para un rico entrar en el reino de Diosa».

26 Ellos se …

Leer más



Un servicio de Software Bíblico Logos