Lucas 22:39–53
39 Saliendo Jesús, se encaminó, como de costumbrea, hacia el monte de los Olivosb; y los discípulos también lo siguieron.
a40 Cuando llegó al lugar, les dijo: «Oren para que no entren en tentaciónb».
41 Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y poniéndose de rodillasa, oraba,
42 diciendo: «Padre, si es Tu voluntad, aparta de Mí esta copaa; pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuyab».
43 * Entonces se apareció un ángel del cielo, que lo fortalecíaa.
44 Y estando en agonía, oraba con mucho fervora; y Su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra.
45 Cuando se levantó de orar, fue a los discípulos y los halló dormidos a causa de la tristeza,
46 y les dijo: «¿Por qué duermen? Levántense y oren para que no entren en tentacióna».
47 aMientras todavía estaba Él hablando, llegó una multitud, y el que se llamaba Judas, uno de los doce apóstoles, iba delante de ellos, y se acercó para besar a Jesús.
48 Pero Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?».
49 Cuando los que rodeaban a Jesús vieron lo que iba a suceder, dijeron: «Señor, ¿heriremos a espadaa?»
50 Y uno de ellos hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó1 la oreja derecha.
51 Pero Jesús dijo: «¡Deténganse! Basta de esto». Y1 tocando la oreja al siervo, lo sanó.
52 Entonces Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los oficiales del temploa y a los ancianos que habían venido contra Él: «¿Cómo contra un ladrón han salido con espadas y palosb?
53 »Cuando estaba con ustedes cada día en el templo, no me echaron mano; pero esta hora y el poder de las tinieblas son de ustedes1».