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Lucas 13–16

Arrepiéntanse o perecerán

13 En esa misma ocasión había allí algunos que contaron a Jesús acerca de los galileos cuya sangre Pilatoa había mezclado1 con la de sus sacrificios.

2 Él les respondió: «¿Piensan que estos galileos eran más pecadoresa que todos los demás galileos, porque sufrieron esto?

3 »Les digo que no; al contrario, si ustedes no se arrepienten, todos perecerán igualmente.

4 »¿O piensan que aquellos dieciocho, sobre los que cayó la torre en Siloéa y los mató, eran más deudores1b que todos los hombres que habitan en Jerusalén?

5 »Les digo que no; al contrario, si ustedes no se arrepienten, todos perecerán igualmente».

Parábola de la higuera estéril

6 Entonces Jesús les dijo esta parábola: «Cierto hombre tenía una higuera plantada en su viña; y fue a buscar fruto de ella y no lo hallóa.

7 »Y dijo al viñador: “Mira, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo. Córtalaa. ¿Por qué ha de cansar la tierra?”.

8 »El viñador le respondió: “Señor, déjala por este año todavía, hasta que yo cave alrededor de ella, y le eche abono,

9 y si da fruto el año que viene, bien; y si no, córtala”».

Jesús hace un milagro en día de reposo

10 Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas un día de reposoa,

11 y había allí una mujer que durante dieciocho años había tenido una enfermedad causada por un espíritua; estaba encorvada, y de ninguna manera se podía enderezar.

12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: «Mujer, has quedado libre de tu enfermedad».

13 Y puso las manos sobre ellaa, y al instante se enderezó y glorificaba a Diosb.

14 Pero el oficial de la sinagogaa, indignado porque Jesús había sanado en día de reposob, reaccionó diciendo1 a la multitud: «Hay seis días en los cuales se debe trabajarc; vengan, pues, en esos días y sean sanados, y no en día de reposo»

15 Entonces el Señora le respondió: «Hipócritas, ¿no desata cada uno de ustedes su buey o su asno del pesebre en día de reposob y lo lleva a beber?

16 »Y esta, que es hija de Abrahama, a la que Satanás ha tenido atada durante dieciocho largos añosb, ¿no debía ser libertada de esta ligadura en el día de reposo?».

17 Al decir Él esto, todos Sus adversarios se avergonzaban, pero toda la multitud se regocijabaa por todas las cosas gloriosas hechas por Él.

Parábola del grano de mostaza

18 Entonces Jesús a decía: «¿A qué es semejante el reino de Dios y con qué lo compararéb?

19 »Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y echó en su huerto; y creció y se hizo árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas».

Parábola de la levadura

20 Y volvió a decir: «¿A qué compararé el reino de Diosa?

21 »aEs semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas (39 litros) de harina hasta que todo quedó fermentado».

La puerta estrecha

22 Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, mientras proseguía camino a Jerusaléna.

23 Alguien le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». Y Él les dijo:

24 «Esfuércense por entrar por la puerta estrechaa, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán.

25 »Después que el dueño de la casa se levante y cierre la puertaa, y ustedes, estando fuera, comiencen a llamar a la puerta, diciendo: “Señor, ábrenosb”. Él respondiendo, les dirá: “No de dónde sonc”.

26 »Entonces comenzarán a decira: “Comimos y bebimos en Tu presencia, y enseñaste en nuestras calles”;

27 y Él dirá: “Les digo que no de dónde sona; apártense de Mí, todos los que hacen iniquidadb”.

28 »Allí será el llanto y el crujir de dientesa cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero ustedes echados fuera.

29 »Y vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán1 a la mesa en el reino de Diosa.

30 »Por tanto, hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimosa».

Lamento sobre Jerusalén

31 En ese momento llegaron unos fariseos y dijeron a Jesús: «Sal y vete de aquí, porque Herodesa te quiere matar».

32 Y El les dijo: «Vayan y díganle a ese zorro:Yo expulso demonios, y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día cumplo Mi propósito1a”.

33 »Sin embargo, debo seguir Mi camino, hoy, mañana y pasado mañanaa; porque no puede ser que un profetab muera fuera de Jerusalén.

34 »¡aJerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus pollitos debajo de sus alasb, y no quisiste!

35 »Por tanto, la casa de ustedes se les deja desierta1; y les digo que no me verán más, hasta que llegue el tiempo en que digan: “Bendito el que viene en nombre del Señora”».

Jesús sana otra vez en día de reposo

14 Y aconteció que un día de reposo, Jesús entró para comer en casa de uno de los principales de los fariseos1, y ellos lo estaban observando cuidadosamentea.

2 Y allí1, frente a Él, estaba un hombre hidrópico.

3 Dirigiéndose1 Jesús a los intérpretes de la ley2a y a los fariseos, les dijo: «¿Es lícito sanar en el día de reposo, o nob?».

4 Pero ellos guardaron silencio. Y Él, tomando al hombre de la mano, lo sanó y lo despidió.

5 Y a ellos les dijo: «¿A quién de ustedes, si se le cae un hijo1 o un buey en un hoyo en día de reposo, no lo saca inmediatamentea?».

6 Y no le pudieron responder a estoa.

Lección sobre la humildad

7 Jesús comenzó a referir una parábola a los invitados, cuando advirtió cómo escogían los lugares de honor en la mesa:a

8 «Cuando seas invitado por alguien a un banquete de bodas, no tomes1 el lugar de honora, no sea que él haya invitado a otro más distinguido que ,

9 y viniendo el que te invitó a ti y a él, te diga: “Dale el lugar a este”; y entonces, avergonzadoa, tengas que irte al1 último lugar.

10 »Sino que cuando seas invitado, ve y siéntate1 en el último lugar, para que cuando llegue el que te invitó, te diga: “Amigo, ven más adelante2a”; entonces serás honrado delante de todos los que se sientan3 a la mesa contigo.

11 »Porque todo el que se engrandece, será humillado; y el que se humille será engrandecidoa».

12 Jesús dijo también al que lo había convidado: «Cuando ofrezcas una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos, no sea que ellos a su vez también te conviden y tengas ya tu1 recompensa.

13 »Antes bien, cuando ofrezcas un banquete, llama a pobres, mancos1, cojos, ciegos,

14 y serás bienaventurado1, ya que ellos no tienen para recompensarte; pues serás recompensado en la resurrección de los justosa».

Parábola de la gran cena

15 Cuando uno de los que estaban sentados1 con Él a la mesa oyó esto, le dijo: «¡Bienaventurado2 todo el que coma pan en el reino de Diosa!».

16 aPero Jesús le dijo: «Cierto hombre dio una gran cena, e invitó a muchos.

17 »A la hora de la cena envió a su siervo a decir a los que habían sido invitados: “Vengan, porque ya todo está preparado”.

18 »Pero todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un terreno1 y necesito ir a verlo; te ruego que me excuses”.

19 »Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos; te ruego que me excuses”.

20 »También otro dijo: “Me he casado, y por eso no puedo ira”.

21 »Cuando el siervo regresó, informó de todo esto a su señor. Entonces, enojado el dueño de la casa, dijo a su siervo: “Sal enseguida por las calles y callejones de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos1, los ciegos y los cojos”.

22 »Y el siervo dijo: “Señor, se ha hecho lo que usted ordenó, y todavía hay lugar”.

23 »Entonces el señor dijo al siervo: “Sal a los caminos y por los cercados, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa.

24 Porque les digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados probará mi cena”».

El costo del discipulado

25 Grandes multitudes acompañaban a Jesús; y Él, volviéndose, les dijo:

26 «Si alguien viene a , y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser Mi discípuloa.

27 »El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser Mi discípuloa.

28 »Porque, ¿quién de ustedes, deseando edificar una torre, no se sienta primero y calcula el costo, para ver si tiene lo suficiente para terminarla?

29 »No sea que cuando haya echado los cimientos y no pueda terminar, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él,

30 diciendo: “Este hombre comenzó a edificar y no pudo terminar”.

31 »¿O qué rey, cuando sale al encuentro de otro rey para la batalla, no se sienta primero y delibera si con 10,000 hombres es bastante fuerte para enfrentarse al que viene contra él con 20,000a?

32 »Y si no, cuando el otro todavía está lejos, le envía una delegación1 y pide condiciones de paz.

33 »Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todas sus posesiones, no puede ser Mi discípuloa.

34 »Por tanto, buena es la sal, pero si aún la sal ha perdido su sabor, ¿con qué será sazonadaa?

35 »No es útil ni para la tierra ni para el montón de abono; la arrojan fuera. El que tenga oídos para oír, que oigaa».

Parábola de la oveja perdida

15 Todos los recaudadores de impuestos1a y los pecadores se acercaban para oír a Jesús.

2 Y los fariseos y los escribas murmuraban: «Este recibe a los pecadores y come con ellosa».

3 Entonces Jesús les dijo esta parábola:

4 «a¿Qué hombre de ustedes, si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el campo1 y va tras la que está perdida hasta que la halla?

5 »Al encontrarla, la pone sobre sus hombros, gozoso.

6 »Cuando llega a su casa, reúne a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: “Alégrense conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido”.

7 »Les digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.

Parábola de la moneda perdida

8 »¿O qué mujer, si tiene diez monedas de plata1 y pierde una moneda, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta hallarla?

9 »Cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas, diciendo: “Alégrense conmigo porque he hallado la moneda que había perdido”.

10 »De la misma manera, les digo, hay

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