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Juan 3–16

El nuevo nacimiento

3 Había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemoa, prominenteb entre los judíos.

2 Este vino a Jesús de noche y le dijo: «Rabía, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer las señales1b que Tú haces si Dios no está con élc»

3 Jesús le contestó: «En verdad te digo que el que no nace de nuevo1a no puede ver el reino de Diosb».

4 Nicodemo le dijo*: «¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?»

5 Jesús respondió: «En verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritua no puede entrar en el reino de Diosb.

6 »Lo que es nacido de la carne, carne esa, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

7 »No te asombres de que te haya dicho: “Tienen que nacer de nuevo1”.

8 »El viento sopla por donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde vaa; así es todo aquel que es nacido del Espíritu».

9 Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede ser esto?»

10 Jesús le respondió: « eres maestroa de Israel, ¿y no entiendes estas cosas?

11 »En verdad te digo que hablamos lo que sabemosa y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no reciben nuestro testimoniob.

12 »Si les he hablado de las cosas terrenales, y no creen, ¿cómo creerán si les hablo de las celestiales?

13 »Nadie ha subido al cieloa, sino Aquel que bajó del cielob, es decir, el Hijo del Hombrec que está en el cielo1.

14 »Y como Moisés levantó la serpiente en el desiertoa, así es necesario que sea levantado el Hijo del Hombreb,

15 para que todo aquel que cree, tenga en Él vida eternaa.

El amor de Dios

16 »Porque de tal manera amó Dios al mundoa, que dio a Su Hijo unigénitob, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eternac.

17 »Porque Dios no envióa a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Élb.

18 »El que cree en Él no es condenadoa; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Diosb.

19 »Y este es el juicio: que la Luz vino al mundoa, y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, pues sus acciones eran malasb.

20 »Porque todo el que hace lo malo odia la Luza, y no viene a la Luz para que sus acciones no sean expuestas.

21 »Pero el que practica la verdada viene a la Luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios».

Testimonio final de Juan el Bautista

22 Después de esto Jesús vino con Sus discípulosa a la tierra de Judea, y estaba allí con ellos, y bautizabab.

23 Juan también bautizaba en Enón, cerca de Salim, porque allí había mucha agua1; y muchos venían y eran bautizados.

24 Porque Juan todavía no había sido puesto en la cárcela.

25 Surgió entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificacióna.

26 Vinieron a Juan y le dijeron: «Rabía, mira, Aquel que estaba contigo al otro lado del Jordánb, de quien diste testimonioc, está bautizando y todos van a Él»

27 Juan les respondió: «Ningún hombre puede recibir nada si no le es dado del cieloa.

28 »Ustedes mismos me son testigos de que dije: “Yo no soy el Cristo1a, sino que he sido enviado delante de Él”

29 »El que tiene la novia es el novioa, pero el amigo del novio, que está allí y le oye, se alegra en gran manera con la voz del novio. Y por eso, este gozo mío se ha completadob.

30 »Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya.

31 »El que procede de arriba está por encima de todos; el que es de la tierra, procede1 de la tierra y de la tierra hablaa. El que procede del cielo está sobre todosb.

32 »Lo que Él ha visto y oído, de eso da testimonio; y nadie recibe Su testimonioa.

33 »El que ha recibido Su testimonio ha certificadoa esto: que Dios es veraz.

34 »Porque Aquel a quien Dios ha enviadoa habla las palabras de Dios, pues Él da el Espíritub sin medida1.

35 »El Padre ama al Hijo y ha entregado todas las cosas en Su manoa.

36 »El que cree en el Hijo tiene vida eternaa; pero el que no obedece1b al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él»

La mujer samaritana

4 Por tanto, cuando el Señora supo que los fariseos habían oído que Él hacía y bautizabab más discípulos que Juan

2 (aunque Jesús mismo no bautizabaa, sino Sus discípulosb),

3 salió de Judeaa y se fue otra vez para Galileab.

4 Y Él tenía que pasar por Samariaa.

5 Llegó*, pues, a una ciudad de Samariaa llamada Sicar, cerca de la parcela de tierra que Jacob dio a su hijo Joséb;

6 y allí estaba el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó1 junto al pozo. Era cerca del mediodía.

7 Una mujer de Samaria vino* a sacar agua, y Jesús le dijo*: «Dame de beber».

8 Pues Sus discípulosa habían ido a la ciudadb a comprar alimentos.

9 Entonces la mujer samaritanaa le dijo*: «¿Cómo es que Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». (Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanosb)

10 Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua vivaa».

11 Ella le dijo*: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua vivaa?

12 »¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozoa del cual bebió él mismo, y sus hijos, y sus ganados?»

13 Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed,

14 pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamása, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eternab».

15 «Señor», le dijo* la mujer, «dame esa agua, para que no tenga seda ni venga hasta aquí a sacarla»

16 Jesús le dijo*: «Ve, llama a tu marido y ven acá».

17 «No tengo marido», respondió la mujer. Jesús le dijo*: «Bien has dicho: “No tengo marido”,

18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad».

19 La mujer le dijo*: «Señor, me parece que Tú eres profetaa.

20 »Nuestros padres adorarona en este monteb, y ustedes dicen que en Jerusalénc está el lugar donde se debe adorar»

21 Jesús le dijo*: «Mujer, cree lo que te digo: la hora vienea cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padreb.

22 »Ustedes adoran lo que no conocena; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene1 de los judíosb.

23 »Pero la hora viene, y ahora esa, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritub y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que lo adoren.

24 »Dios es espíritu1, y los que lo adoran deben adorar en espíritua y en verdad».

25 La mujer le dijo*: «Sé que el Mesíasa viene (el que es llamado Cristob); cuando Él venga nos declarará todo»

26 Jesús le dijo*: «Yo soya, el que habla contigo».

27 En esto llegaron Sus discípulosa y se admiraron de que hablara con una mujer, pero ninguno le preguntó: «¿Qué tratas de averiguar?» o: «¿Por qué hablas con ella?»

28 Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo* a los hombres:

29 «Vengan, vean a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hechoa. ¿No será este el Cristo1b

30 Y salieron de la ciudad y fueron adonde Él estaba.

31 Mientras tanto, los discípulos le rogaban: «Rabí1a, come»

32 Pero Él les dijo: «Yo tengo para comer una comida que ustedes no saben».

33 Entonces los discípulosa se decían entre sí: «¿Le habrá traído alguien de comer?»

34 Jesús les dijo*: «Mi comida es hacer la voluntad del que me envióa y llevar a cabo Su obrab.

35 »¿No dicen ustedes: “Todavía faltan cuatro meses, y después viene la siega”? Pero Yo les digo: alcen sus ojos y vean los campos que ya están blancos para la siegaa.

36 »Ya el segador recibe salarioa y recoge frutob para vida eternac, para que el que siembra se regocije junto con el que siega.

37 »Porque en este caso el dicho es verdadero: “Uno es el que siembra y otro el que siegaa”.

38 »Yo los envié a ustedes a segar lo que no han trabajado; otros han trabajado y ustedes han entrado en su labor».

39 Y de aquella ciudada, muchos de los samaritanos creyeron en Él por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: «Él me dijo todo lo que yo he hechob»

40 De modo que cuando los samaritanos vinieron, rogaban a Jesús que se quedara con ellos; y Él se quedó allí dos días.

41 Muchos más creyeron por Su palabra,

42 y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que Este es en verdad el Salvador del mundoa»

43 Después de los dos díasa, Jesús salió de allí para Galilea.

44 Porque Jesús mismo dio testimonio de que a un profeta no se le honra en su propia tierraa.

45 Así que cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron, pues habían visto todo lo que Él hizo en Jerusalén durante la fiestaa; porque ellos también habían ido a la fiesta.

Curación del hijo de un oficial del rey

46 Entonces vino otra vez Jesús a Caná de Galileaa, donde había convertido el agua en vinob. Y había allí cierto oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúmc.

47 Cuando él oyó que Jesús había venido de Judea a Galileaa, fue a Su encuentro y le suplicaba que bajara y sanara a su hijo, porque estaba al borde de la muerte.

48 Jesús entonces le dijo: «Si ustedes no ven señales y prodigiosa, no creerán».

49 El oficial del rey le dijo*: «Señor, baja antes de que mi hijo muera»

50 «Puedes irte, tu hijo vive», le dijo* Jesús. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fuea.

51 Y mientras bajaba a su casa, sus siervos le salieron al encuentro y le dijeron que su hijo1 vivía.

52 Entonces les preguntó a qué hora había empezado a mejorar. Y le respondieron: «Ayer a la una de la tarde1 se le quitó2 la fiebre»

53 El padre entonces se dio cuenta que fue a la hora en que Jesús le dijo: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su casaa.

54 Esta1 fue la segunda señal2a que Jesús hizo cuando fue de Judea a Galileab.

Curación de un paralítico

5 Después de esto, se celebraba1 una fiesta2 de los judíos, y Jesús subió a Jerusaléna.

2 Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejasa, un estanque que en hebreo1b se llama Betesda2 que tiene cinco pórticos.

3 En …

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