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Juan 10–18

Jesús, el buen pastor

10 »En verdad les digo, que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteadora.

2 »Pero el que entra por la puerta, es el pastora de las ovejas.

3 »A este le abre el portero, y las ovejas oyen su voza; llama a sus ovejas por nombre y las conduce afuerab.

4 »Cuando saca todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voza.

5 »Pero a un desconocido no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voza de los extraños».

6 Jesús les habló por medio de esta comparacióna, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.

7 Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad les digo: Yo soy la puerta de las ovejasa.

8 »Todos los que vinieron antes de son ladrones y salteadoresa, pero las ovejas no les hicieron caso1.

9 »Yo soy la puertaa; si alguno entra por , será salvo; y entrará y saldrá y hallará pasto.

10 »El ladrón solo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vidaa, y para que la tengan en abundancia.

11 »Yo soy el buen pastora; el buen pastor da Su vida por las ovejasb.

12 »Pero el que es un asalariado y no un pastora, que no es el dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, entonces el lobo las arrebata y las dispersa.

13 »El asalariado huye porque solo trabaja por el pago1 y no le importan las ovejas.

14 »Yo soy el buen pastora, y conozco Mis ovejas1b y ellas me conocen,

15 al igual que el Padre me conoce y Yo conozco al Padrea, y doy Mi vida por las ovejasb.

16 »Tengo otras ovejasa que no son de este redil; a esas también Yo debo traerlas, y oirán Mi voz, y serán un rebañob con un solo pastorc.

17 »Por eso el Padre me ama, porque Yo doy Mi vida para tomarla de nuevoa.

18 »Nadie me la quita1a, sino que Yo la doy de Mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevob. Este mandamiento recibí de Mi Padrec».

Los judíos divididos otra vez

19 Volvió a surgir una divisióna entre los judíos por estas palabras.

20 Y muchos de ellos decían: «Tiene un demonioa y está locob. ¿Por qué le hacen caso1

21 Otros decían: «Estas no son palabras de un endemoniadoa. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de los ciegosb

Jesús, uno con el Padre

22 En esos días1 se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación.

23 Era invierno, y Jesús andaba por el templo, en el pórtico de Salomóna.

24 Entonces los judíosa lo rodearon, y le decían: «¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si Tú eres el Cristo1, dínoslo claramenteb»

25 Jesús les respondió: «Se lo he dichoa a ustedes y no creen; las obras que Yo hago en el nombre de Mi Padre, estas dan testimonio de b.

26 »Pero ustedes no creen porque no son de Mis ovejasa.

27 »Mis ovejas oyen Mi voza; Yo las conozcob y me siguen.

28 »Yo les doy vida eternaa y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de Mi manob.

29 »Mi Padre que me las dio es mayor que todos1, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre.

30 »Yo y el Padre somos uno1a».

Los judíos amenazan a Jesús

31 Los judíos volvieron a tomar piedras para tirárselasa.

32 Entonces Jesús les dijo1: «Les he mostrado muchas obras buenas que son del Padre. ¿Por cuál2 de ellas me apedrean?».

33 Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por ninguna obra buena, sino por blasfemiaa; y porque Tú, siendo hombre, te haces Diosb»

34 Jesús les respondió: «¿No está escrito en su leya: “Yo dije: son diosesb”?

35 »Si a aquellos, a quienes vino la palabra de Dios, los llamó dioses, (y la Escritura no se puede violar),

36 ¿a quién el Padre santificóa y envió al mundob, ustedes dicen: “Blasfemas”, porque dije: “Yo soy el Hijo de Diosc”?

37 »Si no hago las obras de Mi Padrea, no me crean;

38 pero si las hago, aunque a no me crean, crean a las obrasa; para que sepan y entiendan1 que el Padre está en y Yo en el Padreb».

39 Por eso procuraban otra vez prender a Jesúsa, pero Él se les escapó de entre las manosb.

40 Se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juana, y se quedó allí.

41 Muchos vinieron a Él y decían: «Aunque Juan no hizo ninguna señal1a, sin embargo, todo lo que Juan dijo de Esteb era verdad»

42 Y muchos creyeron allí en Jesúsa.

Muerte de Lázaro

11 Estaba enfermo cierto hombre llamado Lázaro, de Betaniaa, la aldea de María y de su hermana Martab.

2 María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señora con perfume y le secó los pies con sus cabellosb.

3 Las hermanas entonces mandaron a decir a Jesús: «Señora, el que Tú amasb está enfermo»

4 Cuando Jesús lo oyó, dijo: «Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Diosa, para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella».

5 Y Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaroa.

6 Cuando oyó, pues, que Lázaro estaba enfermo, entonces se quedó dos días más en el lugar donde estaba.

7 Luego, después de esto, dijo* a Sus discípulos: «Vamos de nuevo a Judeaa».

8 Los discípulos le dijeron*: «Rabí1a, hace poco que2 los judíos te querían apedrearb, ¿y vas allá otra vez?»

9 Jesús respondió: «¿No hay doce horas en el día? Si alguien anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundoa.

10 »Pero si alguien anda de noche, tropieza, porque la luz no está en él».

11 Dijo esto, y después añadió1: «Nuestro amigo Lázaroa se ha dormidob; pero voy a despertarlo».

12 Los discípulos entonces le dijeron: «Señor, si se ha dormido, se recuperará1».

13 Jesús había hablado de la muerte de Lázaro1, pero ellos creyeron que hablaba literalmente del sueño2a.

14 Entonces Jesús, por eso, les dijo claramente: «Lázaro ha muerto;

15 y por causa de ustedes me alegro de no haber estado allí, para que crean; pero vamos a donde está él».

16 Tomása, llamado el Dídimo1b, dijo entonces a sus condiscípulos: «Vamos nosotros también para morir con Él»

17 Llegó, pues, Jesús y halló que ya hacía cuatro díasa que Lázaro estaba en el sepulcro.

18 Betaniaa estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros;

19 y muchos de los judíosa habían venido a la casa de Marta y Maríab, para consolarlasc por la muerte de su hermano.

20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, lo fue a recibir, pero Maríaa se quedó sentada en casa.

21 Y1 Marta dijo a Jesús: «Señora, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muertob.

22 »Aun ahora, yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederáa»

23 «Tu hermano resucitará», le dijo* Jesús.

24 Marta le contestó*: «Yo sé que resucitará en la resurreccióna, en el día final»

25 Jesús le contestó: «Yo soy la resurrección y la vidaa; el que cree en , aunque muera, vivirá,

26 y todo el que vive y cree en , no morirá jamása. ¿Crees esto?».

27 Ella le dijo*: «Sí, Señor; yo he creído que Tú eres el Cristo1, el Hijo de Diosa, o sea, el que viene2 al mundob»

28 Habiendo dicho esto, Marta se fuea y llamó a su hermana María, diciéndole en secreto: «El Maestrob está aquí, y te llama»

29 Tan pronto como ella lo oyó, se levantó* rápidamente y fue hacia Él.

30 Porque Jesús aún no había entrado en la aldea, sino que todavía estaba en el lugar donde Marta lo había encontradoa.

31 Entonces los judíos que estaban con ella en la casa consolándolaa, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieronb, suponiendo que iba al sepulcro a llorar allí.

32 Al llegar María adonde estaba Jesús, cuando lo vio, se arrojó a Sus pies, diciendo: «Señora, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muertob»

33 Y1 cuando Jesús la vio llorando, y a los judíosa que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamenteb en el espíritu, y se entristeció2c.

34 «¿Dónde lo pusieron?», preguntó Jesús. «Señor, ven y ve», le dijeron*.

35 Jesús lloróa.

36 Por eso los judíosa decían: «Miren, cómo lo amabab»

37 Pero algunos de ellos dijeron: «¿No podía Este, que abrió los ojos del ciegoa, haber evitado también que Lázaro muriera1

Resurrección de Lázaro

38 Entonces Jesús, de nuevo profundamente conmovido, fue* al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta sobre ellaa.

39 «Quiten la piedra», dijo* Jesús. Marta, hermana del que había muerto, le dijo*: «Señor, ya huele mal, porque hace cuatro díasa que murió.”

40 Jesús le dijo: «¿No te dije que si crees, verás la gloria de Diosa?».

41 Entonces quitaron la piedraa. Jesús alzó los ojosb, y dijo: «Padre, te doy graciasc porque me has oído.

42 »Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multituda que me rodea, para que crean que me has enviadob».

43 Habiendo dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!».

44 Y el que había muerto salió, los pies y las manos atadosa con vendas, y el rostro envuelto en un sudariob. Jesús les dijo*: «Desátenlo, y déjenlo ir».

Complot para matar a Jesús

45 Por esto muchos de los judíos que habían venido a ver a Maríaa, y vieron lo que Jesús había hecho, creyeron en Élb.

46 Pero algunos de ellos fueron a los fariseosa y les contaron lo que Jesús había hecho.

47 Entonces los principales sacerdotes y los fariseosa convocaronb un concilioc, y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchas señales1d.

48 »Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en Él, y los romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar1a y nuestra2 nación»

49 Pero uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdotea ese añob, les dijo: «Ustedes no saben nada,

50 ni tienen en cuenta que les es más conveniente que un hombre muera por el puebloa, y no que toda la nación perezca»

51 Ahora bien, no dijo esto de su propia iniciativa1, sino que siendo el sumo sacerdote ese añoa, profetizó que Jesús iba a morir por la nación;

52 y no solo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que están esparcidosa.

53 Así que, desde ese día planearon entre sí matar a Jesúsa.

54 Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíosa, sino que se fue de allí a la región cerca del desierto, a una ciudad llamada Efraínb; y se quedó allí con los discípulos.

55 Estaba cerca la Pascua de los judíosa, y muchos de la región subieron a Jerusalén antes de la Pascua para purificarseb.

56 Entonces buscaban a Jesús, y estando ellos en el templo, se decían unos a…

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