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Job 1–11

Integridad y riquezas de Job

1 Hubo un hombre en la tierra de Uza llamado Jobb. Aquel hombre era intachable1, rectoc, temeroso de2 Diosd y apartado del male.

2 Le nacieron siete hijos y tres hijasa.

3 Su hacienda era de 7,000 ovejas, 3,000 camellos, 500 yuntas de bueyes, 500 asnasa y muchísima servidumbre. Aquel hombre era el más grandeb de todos los hijos del oriente.

4 Sus hijos acostumbraban ir y hacer un banquete en la casa de cada uno por turno, e invitaban1 a sus tres hermanas para comer y beber con ellos.

5 Cuando los días del banquete habían pasado1, Job enviaba a buscarlos y los santificaba, y levantándose temprano, ofrecía holocaustosa conforme al número de todos ellos. Porque Job decía: «Quizá mis hijos hayan pecadob y maldecido a Dios en sus corazonesc». Job siempre hacía así.

6 Un día, cuando los hijos de Dios vinieron a presentarse delante del Señora, Satanás1 vino también entre ellosb.

7 Y el Señor preguntó a Satanás: «¿De dónde vienes?». Entonces Satanás respondió al Señor: «De recorrer la tierra y de andar por ellaa».

8 Y el Señor dijo a Satanás: «¿Te has fijado1 en Mi siervo Joba? Porque no hay ninguno como él sobre la tierra; es un hombre intachable2 y recto, temeroso de3 Dios y apartado del malb».

9 Satanás respondióa al Señor1: «¿Acaso teme Job a Dios de balde?

10 »¿No has hecho Tú una valla alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene, por todos ladosa? Has bendecido el trabajo de sus manosb y sus posesiones han aumentado en la tierrac.

11 »Pero extiende ahora Tu mano y toca todo lo que tienea, y verás si no te maldice en Tu misma carab».

12 Entonces el Señor dijo a Satanás: «Todo lo que él tiene está en tu poder1; pero no extiendas tu mano sobre él». Y Satanás salió de la presencia del Señor.

Dios permite las pruebas de Job

13 Y aconteció que un1 día en que los hijos y las hijas de Job estaban comiendo y bebiendo en la casa del hermano mayor,

14 vino un mensajero a Job y le dijo: «Los bueyes estaban arando y las asnas paciendo junto a ellos,

15 y los sabeos1a atacaron2 y se los llevaron. También mataron3 a los criados a filo de espada. Solo yo* escapé para contárselo a usted».

16 Mientras estaba este hablando, vino otro y dijo: «Fuego de Dios cayó del cielo y quemó las ovejas y a los criados y los consumióa; solo yo escapé para contárselo a usted».

17 Mientras este estaba hablando, vino otro y dijo: «Los caldeosa formaron tres cuadrillas, se lanzaron sobre los camellos y se los llevaron, y mataron1 a los criados a filo de espada. Solo yo escapé para contárselo a usted».

18 Mientras este estaba hablando, vino otro y dijo: «Sus hijos y sus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en la casa del hermano mayor,

19 y entonces vino un gran viento del otro lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, y esta cayó sobre los jóvenes y murieron; solo yo escapé para contárselo a usted».

20 Entonces Job se levantó, rasgó su manto, se rasuró la cabeza, y postrándose en tierraa, adoró,

21 y dijo:

«Desnudo salí del vientre de mi madre

Y desnudo volveré alláa.

El Señor dio y el Señor quitób;

Bendito sea el nombre del Señor».

22 En todo esto Job no pecó ni culpó1 a Diosa.

Job pierde su salud

2 aY sucedió que el día cuando los hijos de Dios vinieron a presentarse delante del Señor, vino también Satanás1 entre ellos para presentarse delante del Señor.

2 Y el Señor preguntó a Satanás: «¿De dónde vienes?». Entonces Satanás respondió al Señor: «De recorrer la tierra y de andar por ella».

3 Y el Señor dijo a Satanás: «¿Te has fijado1 en Mi siervo Job? Porque no hay otro como él sobre la tierra; es un hombre intachable2, recto, temeroso de3 Dios y apartado del mal. Él todavía conserva su integridada a pesar de que tú me incitaste contra él para que lo arruinara4 sin causa».

4 Satanás respondió al Señor: «¡Piel por piel! Sí, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.

5 »Sin embargo, extiende ahora Tu manoa y toca su hueso y su carne, verás si no te maldice en Tu misma carab».

6 Y el Señor dijo a Satanás: «Él está en tu mano; pero respeta su vida».

7 Entonces Satanás salió de la presencia del Señor, e hirió a Job con llagas malignas1 desde la planta del pie hasta la coronillaa.

8 Y Job tomó un pedazo de teja para rascarse mientras estaba sentado entre las cenizasa.

9 Entonces su mujer le dijo: «¿Aún conservas tu integridad? Maldice a Dios y muérete».

10 Pero él le dijo: «Hablas como habla cualquier mujer necia. ¿Aceptaremos el bien de Dios pero no aceptaremos el mala?». En todo esto Job no pecó con sus labiosb.

11 Cuando tres amigos de Job, Elifaz, el temanitaa, Bildad, el suhitab y Zofar, el naamatita, oyeron de todo este mal que había venido sobre él, vinieron cada uno de su lugar, pues se habían puesto de acuerdo para ir juntos a condolerse de él y a consolarloc.

12 Y cuando alzaron los ojos desde lejos y no lo reconocieron, levantaron sus voces y lloraron. Cada uno de ellos rasgó su mantoa y esparcieron polvob hacia el cielo sobre sus cabezas.

13 Entonces se sentaron en el suelo con él por siete díasa y siete noches sin que nadie le dijera una palabra, porque veían que su dolor era muy grande.

Lamentos de Job

3 Después de esto, Job abrió su boca y maldijo el día de su nacimiento1.

2 Y dijo Job:

3 «aPerezca el día en que yo nací,

Y la noche que dijo: “Un varón ha sido concebido”.

4 »Sea ese día tinieblas,

No lo tome en cuenta Dios desde lo alto,

Ni resplandezca sobre él la luz.

5 »Apodérense de él tinieblas y densa oscuridada,

Pósese sobre él una nube,

Llénelo de terror la negrura del día.

6 »Y en cuanto a aquella noche, apodérense de ella las tinieblas;

Que no se alegre entre los días del año,

Ni se cuente en el número de los meses.

7 »Que sea estéril aquella noche,

No entren en ella gritos de júbilo.

8 »Maldíganla los que maldicen el día,

Los que están listos1 para despertar a Leviatán2a.

9 »Oscurézcanse las estrellas de su alba;

Que espere la luz pero no la tenga,

Que tampoco vea el rayar1 de la aurora;

10 Porque no cerró las puertas1 del vientre de mi madre,

Ni escondió la aflicción de mis ojos.

11 »¿Por qué no morí yo al nacer1,

O expiré al salir del vientrea?

12 »¿Por qué me recibieron las rodillas,

Y para qué los pechos que me dieron de mamar?

13 »Porque ahora yo reposaría tranquilo;

Dormiría, y entonces tendría descansoa

14 Con los reyesa y los consejerosb de la tierra,

Que reedificaron ruinasc para sí;

15 O con príncipesa que tenían oro,

Que llenaban sus casas de platab.

16 »O como aborto desechado1, yo no existiría,

Como los niños que nunca vieron la luz.

17 »Allí los impíos dejan de sentir ira,

Y allí reposan los cansados1a.

18 »Juntos reposan los prisioneros;

No oyen la voz del capataz.

19 »Allí están los pequeños y los grandes,

Y el esclavo es libre de su señor.

20 »¿Por qué se da luz al que sufrea,

Y vida al amargado de alma;

21 A los que ansían1 la muerte, pero no llega2a,

Y cavan por ella más que por tesorosb;

22 Que se alegran sobremanera,

Y se regocijan cuando encuentran el sepulcro?

23 »¿Por qué dar luz al hombre cuyo camino está escondidoa,

Y a quien Dios ha cercadob?

24 »Porque al ver mi alimentoa salen mis gemidos,

Y mis clamores se derraman como aguab.

25 »Pues lo que temo1 viene sobre mí,

Y lo que me aterroriza me sucedea.

26 »No tengo reposo ni estoy tranquilo,

No descanso, sino que me viene turbacióna».

Reproches de Elifaz

4 Entonces respondió Elifaz, el temanita:

2 «Si alguien tratara de hablarte, ¿te pondrías impaciente?

Pero ¿quién puede abstenerse de hablar1a?

3 »Tú has exhortado a muchos,

Y las manos débiles has fortalecidoa.

4 »Al que tropezaba, tus palabras lo levantaban1,

Y las rodillas débiles2 fortalecías.

5 »Pero ahora que te ha llegado a ti, te impacientasa;

Te toca a ti, y te desalientasb.

6 »¿No es tu temor1 a Diosa tu confianzab,

Y la integridad de tus caminos tu esperanza?

7 »Recuerda ahora, ¿quién siendo inocente ha perecido jamás?

¿O dónde han sido destruidos los rectosa?

8 »Por lo que yo he visto, los que aran iniquidad

Y los que siembran aflicción, eso siegana.

9 »Por el aliento de Dios perecena,

Y por la explosión1 de Su ira son consumidosb.

10 »El rugido del león, el bramido de la fiera1

Y los dientes de los leoncillos son quebrantadosa.

11 »El león perece por falta de presaa,

Y los cachorros de la leona se dispersanb.

12 »Una palabra me fue traída secretamentea,

Y mi oído percibió un susurrob de ella.

13 »Entre pensamientos inquietantes de visiones nocturnas,

Cuando el sueño profundo cae sobre los hombresa,

14 Me sobrevino un espanto, un temblor

Que hizo estremecer todos1 mis huesos.

15 »Entonces un espíritu pasó cerca de1 mi rostro,

Y el pelo de mi piel2 se erizó.

16 »Algo se detuvo, pero no pude reconocer su aspecto;

Una figura estaba delante de mis ojos,

Hubo silencio, después oí una voz:

17 “¿Es el mortal justo delante de Diosa?

¿Es el hombre puro delante de su Hacedorb?

18 -”Dios no confía ni aún en Sus mismos siervos;

Y a Sus ángeles atribuye erroresa.

19 -”¡Cuánto más a los que habitan en casas de barroa,

Cuyos cimientos están en el polvob,

Que son aplastados como1 la polilla!

20 -”Entre la mañana y la tarde son hechos pedazosa;

Sin que nadie se dé cuenta, perecen para siempreb.

21 -”¿No les es arrancada la cuerda de su tiendaa?

Mueren, pero sin sabiduríab”.

5 »Llama ahora, ¿habrá quién te responda?

¿Y a cuál de los santosa te volverás?

2 »Porque el enojo mata al insensato,

Y la ira da muerte al necioa.

3 »Yo he visto al insensato echar raícesa,

Y al instante maldije su moradab.

4 »Sus hijos no tienen seguridad algunaa,

Aun en la puerta1 son oprimidos2,

Y no hay quien los libre.

5 »Su1 cosecha la devoran los hambrientos,

La toman aun de entre los espinos,

Y el intrigante2a ansía su riqueza.

6 »Porque la afliccióna no viene del polvo,

Ni brota el infortunio de la tierra;

7 Pues el hombre nace para la afliccióna,

Como las chispas vuelan hacia arriba.

8 »Pero en cuanto a mí, yo buscaría a Dios,

Y delante de Dios presentaría mi causaa;

9 Él hace cosas grandes e inescrutables,

Maravillas1 sin númeroa.

10 ȃl da la lluvia sobre la superficie de la tierra,

Y envía las aguas sobre1 los camposa.

11 »Para poner en alto a los humildes,

Y

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