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Isaías 1:4–20

4 ¡Ay, nación pecadora,

Pueblo cargado de iniquidad,

Generación1 de malvadosa,

Hijos corrompidosb!

Han abandonado al Señorc,

Han despreciado al Santo de Israeld,

Se han apartado de Él2.

5 ¿Dónde más serán castigados?

¿Continuarán en rebelión?a

Toda cabeza está enfermab,

Y todo corazón desfallecido.

6 Desde la planta del pie hasta la cabezaa

No hay nada sano en élb,

Sino golpes, verdugones y heridas recientes;

No han sido curadas1, ni vendadasc,

Ni suavizadas con aceite.

7 La tierra de ustedes está desoladaa,

Sus ciudades quemadas por el fuego,

Su suelo lo devoran los extraños delante de ustedes,

Y es una desolación, como destruida por extraños.

8 La hija de Sión ha quedado como cobertizo en una viña,

Como choza en un pepinar, como ciudad sitiada.

9 Si el Señor de los ejércitosa

No nos hubiera dejado algunos sobrevivientesb,

Seríamos como Sodoma,

Y semejantes a Gomorrac.

10 Oigan la palabra del Señora,

Gobernantes de Sodomab.

Escuchen la instrucción de nuestro Dios,

Pueblo de Gomorra:

11 «¿Qué es para Mí la abundancia de sus sacrificios?»,

Dice el Señor.

«Cansado estoy de holocaustos de carneros,

Y de sebo de ganado cebado;

La sangre de novillos, corderos y machos cabríos no me complacea.

12 »Cuando vienen a presentarse delante de Mía,

¿Quién demanda esto de ustedes1, de que pisoteen2 Mis atrios?

13 »No traigan más sus vanas ofrendas,

El incienso me es abominacióna.

Luna nueva y día de reposob, el convocar asambleasc:

¡No tolero iniquidad y asamblea solemned!

14 »Sus lunas nuevas y sus fiestas señaladas las aborrece Mi almaa.

Se han vuelto una carga para Mí,

Estoy cansado de soportarlasb.

15 »Cuando extiendan sus manos1a,

Esconderé Mis ojos de ustedesb.

Sí, aunque multipliquen las oraciones,

No escucharéc.

Sus manos1 están llenas de sangred.

16 »Lávensea, límpienseb,

Quiten la maldad de sus obras de delante de Mis ojosc.

Cesen de hacer el mald.

17 »Aprendan a hacer el bien,

Busquen la justiciaa,

Reprendan al opresor,

Defiendan1 al huérfanob,

Aboguen por la viuda.

18 »Vengan ahora, y razonemosa»,

Dice el Señor,

«Aunque sus pecados sean como la grana,

Como la nieve serán emblanquecidosb.

Aunque sean rojos como el carmesí,

Como blanca lana quedarán.

19 »Si ustedes quieren y obedecena,

Comerán lo mejor de la tierrab.

20 »Pero si rehúsan y se rebelan,

Por la espada serán devoradosa».

Ciertamente, la boca del Señor ha habladob.

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