Hebreos 1:8–14
«Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos,
Y cetro de equidad es el cetro de Tu 1 Reinoa.
9 »Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad;
Por lo cual Dios, Tu Dios, te ha ungidoa
Con óleo de alegríab más que a Tus compañerosc».
«Tú, Señor, en el principio pusiste los cimientos de la tierra,
Y los cielos son obra1 de Tus manosa;
11 aEllos perecerán, pero Tú permaneces;
Y todos ellos como una vestidura se envejeceránb,
12 Y como un manto los enrollarás;
Como una vestidura serán mudadosa.
Pero Tú eres el mismo,
Y Tus años no tendrán finb».
13 Pero, ¿a cuál de los ángeles jamás ha dicho Dios:
«Siéntate a Mi diestraa
Hasta que ponga a Tus enemigos
Por estrado de Tus piesb?».
14 ¿No son todos ellos espíritus ministradores1a, enviados para servir por causa de los que heredaránb la salvaciónc?