Romanos 8:17–27
17 Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristoa, si en verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Élb.
18 Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser reveladaa.
19 Porque el anhelo profundoa de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Diosb.
20 Porque la creación fue sometida a vanidada, no de su propia voluntad, sino por causa de Aquelb que la sometió, en la esperanza
21 de que la creación1 misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Diosa.
22 Pues sabemos que la creación entera gime y sufrea hasta ahora dolores de parto.
23 Y no solo ellaa, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritub, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamentec la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpod.
24 Porque en esperanza hemos sido salvadosa, pero la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve?1b
25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia1 lo aguardamosa.
26 De la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos orar como debiéramosa, pero el Espíritu mismo intercede por nosotrosb con gemidos indecibles.
27 Y Aquel que escudriña los corazonesa sabe cuál es el sentir1 del Espíritub, porque Él intercede por los santosc conforme a la voluntad de Dios.