Romanos 7:24–8:3
24 ¡Miserable de mí1! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte2a?
25 Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestroa. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecadob.
No hay condenación para los que creen
8 Por tanto, ahora no hay condenacióna para los que están en Cristo Jesús1b, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu.
2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesúsa te1 ha libertado2 de la ley del pecado y de la muerteb.
3 Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carnea, Dios lo hizob: enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carnec,