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Romanos 10:1–17

Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos1 es para su salvación.

2 Porque yo testifico a su favor de que tienen celo de Diosa, pero no conforme a un pleno conocimiento.

3 Pues desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propiaa, no se sometieron a la justicia de Diosb.

4 Porque Cristo es el fin1 de la ley para justicia a todo aquel que creea.

Cómo ser salvo

5 Pues Moisés escribe que el hombre que practica la justicia que es de la ley, vivirá por ellaa.

6 Pero la justicia que es de la fea, dice así: «No digas en tu corazón: “¿Quién subirá al cielob?”. Esto es, para hacer bajar a Cristo,

7 o “¿Quién descenderá al abismoa?”. Esto es, para subir a Cristo de entre los muertosb».

8 Pero, ¿qué dice? «Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazóna,” es decir, la palabra de fe que predicamos:

9 que si confiesas con tu boca a Jesús por Señora, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvob.

10 Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.

11 Pues la Escritura dice: «Todo el que cree en Él no será avergonzadoa».

12 Porque no hay distinción entre judío y griegoa, pues el mismo Señor es Señor de todosb, abundando en riquezas para todos los que le invocan;

13 porque: «Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvoa».

14 ¿Cómo, pues, invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquel de1 quien no han oídoa? ¿Y cómo oirán sin haber quien les prediqueb?

15 ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: «¡Cuan hermosos son los pies1 de los que anuncian el evangelio del bien2a!».

Israel rechaza el evangelio

16 Sin embargo, no todos hicieron caso al evangelioa, porque Isaías dice: «Señor, ¿quién ha creido a nuestro anunciob?».

17 Así que la fe viene del oíra, y el oír, por la palabra de Cristob.

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