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Proverbs 4:1–23:35

4 Oigan, hijos, la instrucción de un padrea,

Y presten atención para que ganen1 entendimientob,

2 Porque les doy buena enseñanzaa;

No abandonen mi instrucción1b.

3 Cuando yo fui hijo para mi padre,

Tiernoa y únicob a los ojos de mi madre,

4 Entonces él me enseñaba y me decíaa:

«Retenga tu corazón mis palabrasb,

Guarda mis mandamientos y vivirásc.

5 »Adquiere sabiduría, adquiere inteligenciaa;

No te olvides ni te apartes de las palabras de mi boca.

6 »No la abandones y ella velará sobre ti;

Ámalaa y ella te protegerá.

7 »Lo principala es la sabiduría1; adquiere sabiduríab,

Y con todo lo que obtengas adquiere inteligencia.

8 »Estímala, y ella te ensalzará;

Ella te honrará si tú la abrazasa;

9 Guirnalda de gracia pondrá en tu cabezaa,

Corona de hermosura te entregará».

10 Oye, hijo mío, recibe mis palabrasa,

Y muchos serán los años de tu vidab.

11 Por el camino de la sabiduría te he conducido,

Por sendas de rectitud te he guiadoa.

12 Cuando andes, tus pasos no serán obstruidosa,

Y si corres, no tropezarásb.

13 Aférratea a la instrucción, no la sueltes;

Guárdala, porque ella es tu vidab.

14 No entres en la senda de los impíos,

Ni vayas por el camino de los malvadosa.

15 Evítalo, no pases por él;

Apártate de él y sigue adelante.

16 Porque ellos no duermen a menos que hagan lo maloa,

Y pierden el sueño1 si no han hecho caer a alguien.

17 Porque comen pan de maldada,

Y beben vino de violencia.

18 Pero la senda de los justosa es como la luz de la aurorab,

Que va aumentando en resplandorc hasta que es pleno díad.

19 El camino de los impíos es como las tinieblasa,

No saben en qué tropiezan1b.

20 Hijo mío, presta atención a mis palabrasa;

Inclina tu oído a mis razonesb.

21 Que no se aparten de tus ojosa;

Guárdalas en medio de tu corazónb.

22 Porque son vidaa para los que las hallan,

Y salud para todo su cuerpob.

23 Con toda diligencia1 guarda tu corazón,

Porque de él brotan los manantiales de la vidaa.

24 Aparta de ti la boca perversaa

Y aleja de ti los labios falsosb.

25 Miren tus ojos hacia adelante,

Y que tu mirada1 se fije en lo que está frente a ti.

26 Fíjate en el sendero de tus piesa,

Y todos tus caminos serán establecidosb.

27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierdaa;

Aparta tu pie del malb.

Advertencias sobre la mujer extraña

5 Hijo mío, presta atencióna a mi sabiduría,

Inclina tu oídob a mi prudencia,

2 Para que guardes la discrecióna

Y tus labios conserven el conocimientob.

3 Porque los labios de la extrañaa destilan mielb,

Y su lengua1 es más suave que el aceitec;

4 Pero al final es amarga como el ajenjoa,

Aguda como espada de dos filosb.

5 Sus pies descienden a la muerte,

Sus pasos solo logran el Seola.

6 No considera1 la senda de la vidaa;

Sus senderos son inestablesb, y no lo sabec.

7 Ahora pues, hijos míos, escúchenme,

Y no se apartena de las palabras de mi bocab.

8 Aleja de la extraña tu caminoa,

Y no te acerques a la puerta de su casab;

9 No sea que des tu vigor a otros

Y tus años al cruel;

10 No sea que se sacien los extraños de tus bienes1

Y tu esfuerzo vaya a casa del extranjero;

11 Y al final te lamentes,

Cuando tu carne y tu cuerpo se hayan consumido,

12 Y digas: «¡Cómo he aborrecido la instruccióna,

Y mi corazón ha despreciado la correcciónb!

13 »No he escuchado la voz de mis maestros,

Ni he inclinado mi oído a mis instructoresa.

14 »He estado a punto de completa ruina

En medio de la asamblea y la congregación.”

15 Bebe agua de tu cisterna

Y agua fresca1 de tu pozo.

16 ¿Se derramarán por fuera tus manantialesa,

Tus arroyos de aguas por las calles?

17 Sean para ti solo,

Y no para los extraños contigo.

18 Sea bendita tu fuentea,

Y regocíjateb con la mujer de tu juventudc,

19 Amante cierva y graciosa gacelaa;

Que sus senos te satisfagan en todo tiempo,

Su amor te embriague para siempre.

20 ¿Por qué has de embriagarte, hijo mío, con una extrañaa,

Y abrazar el seno de una desconocida1b?

21 Pues los caminos del hombre están delante de los ojos del Señora,

Y Él observa todos sus senderosb.

22 De sus propias iniquidades será presa el impío,

Y en los lazos de su pecado quedará atrapadoa.

23 Morirá por falta de instruccióna,

Y por su mucha necedad perecerá.

Advertencias al fiador y al perezoso

6 Hijo mío, si has salido fiador por tu prójimo,

Si has dado promesa a1 un extrañoa,

2 Si te has enredado con las palabras de tu boca,

Si con las palabras de tu boca has sido atrapado,

3 Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate,

Ya que has caído en la mano1 de tu prójimo:

Ve, humíllate e importuna a tu prójimo.

4 No des sueño a tus ojos

Ni adormecimiento a tus párpadosa;

5 Líbrate como la gacela de la mano del cazador

Y como ave de la mano del que cazaa.

6 Ve, mira la hormigaa, perezosob,

Observa sus caminos, y sé sabio.

7 La cual sin tener jefe,

Ni oficial ni señora,

8 Prepara en el verano su alimentoa

Y recoge en la cosecha su sustento.

9 ¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado?

¿Cuándo te levantarás de tu sueño?

10 «aUn poco de dormir, un poco de dormitar,

Un poco de cruzar las manos para descansar»,

11 Y vendrá tu pobreza como vagabundo1,

Y tu necesidad como un hombre armado2.

12 La persona indignaa, el hombre malvado,

Es el que anda con boca perversab,

13 El que guiña los ojosa, el que hace señas1 con los pies,

El que señala2 con los dedos,

14 El que con perversidad en su corazóna, continuamente trama el malb,

El que siembra1 discordiac.

15 Por tanto, su desgracia vendrá de repentea;

Al instante será quebrantadob, y no habrá remedioc.

Las siete abominaciones

16 Seis cosas hay que el Señor odia,

Y siete son abominación para Él1:

17 Ojos soberbiosa, lengua mentirosab,

Manos que derraman sangre inocentec,

18 Un corazón que trama planes perversosa,

Pies que corren rápidamente hacia el malb,

19 Un testigo falso que dice1 mentirasa,

Y el que siembra2 discordiab entre hermanos.

Advertencia contra el adulterio

20 Hijo mío, guarda el mandamiento de tu padre

Y no abandones la enseñanza1 de tu madrea;

21 Átalos de continuo en tu corazón,

Enlázalos a tu cuelloa.

22 Cuando andesa, te guiarán1;

Cuando duermas, velarán por ti2;

Al despertarte, hablarán contigo3.

23 Porque el mandamiento es lámparaa, y la enseñanza1 luz,

Y camino de vida las reprensiones de la instrucción,

24 Para librarte de la mujer mala,

De la lengua suave de la desconocida1a.

25 No codicies su hermosura en tu corazóna,

Ni dejes que te cautive con sus párpadosb.

26 Porque por causa de una ramera uno es reducido a un pedazo de pana,

Pero la adúltera1 anda a la caza de la vida preciosab.

27 ¿Puede un hombre poner1 fuego en su seno

Sin que arda su ropa?

28 ¿O puede caminar un hombre sobre carbones encendidos

Sin que se quemen sus pies?

29 Así es el que se llega a la mujer de su prójimoa;

Cualquiera que la toque no quedará sin castigo1b.

30 No se desprecia al ladrón si roba

Para saciarse1a cuando tiene hambre2;

31 Pero cuando es sorprendido, debe pagar siete veces;

Tiene que dar todos los bienes1 de su casaa.

32 El que comete adulterio1 no tiene entendimiento2a;

El que lo hace destruye su almab.

33 Heridas y vergüenza hallará,

Y su afrenta no se borrará.

34 Porque los celos enfurecen al1 hombrea,

Y no perdonará en el día de la venganzab.

35 No aceptará ningún rescate1,

Ni se dará por satisfecho2 aunque le des muchos presentes3.

Artimañas de la ramera

7 Hijo mío, guarda mis palabras

Y atesora mis mandamientos contigoa.

2 Guarda mis mandamientos y vivirása,

Y mi enseñanza1 como la niña de tus ojosb.

3 Átalos a tus dedosa,

Escríbelos en la tabla de tu corazónb.

4 Di a la sabiduría: «Tú eres mi hermana»,

Y llama a la inteligencia tu mejor amiga,

5 Para que te guarden de la mujer extraña,

De la desconocida1 que lisonjea2 con sus palabras.

6 Porque desde la ventana de mi casa

Miraba por la celosíaa,

7 Y vi entre los simplesa,

Distinguí entre los muchachos1

A un joven falto de juicio2b,

8 Pasando por la calle, cerca de su1 esquinaa;

Iba2 camino de su1 casab,

9 Al atardecer, al anochecer1a,

En medio2 de la noche y la oscuridad.

10 Entonces una mujer le sale al encuentro,

Vestida como ramera y astuta de corazóna.

11 Es alborotadoraa y rebelde,

Sus pies no permanecen en casab;

12 Está ya en las calles, ya en las plazasa,

Y acechab por todas las esquinas.

13 Así que ella lo agarra y lo besa,

Y descarada1a le dice:

14 «Tenía que ofrecer ofrendas de paz1a,

Y hoy he cumplido mis votosb;

15 Por eso he salido a encontrarte,

Buscando tu rostro con ansiedad, y te he hallado.

16 »He tendido mi lecho con colchasa,

Con linos de Egipto en coloresb.

17 »He rociado mi cama

Con mirra, áloesa y canelab.

18 »Ven, embriaguémonos de amor hasta la mañana,

Deleitémonos con caricias.

19 »Porque mi1 marido no está en casa,

Se ha ido a un largo viaje;

20 Se ha llevado en la mano la bolsa del dineroa,

Volverá a casa para la luna llena».

21 Con sus palabras persuasivas lo atrae,

Lo seduce con sus labios lisonjeros1a.

22 Al instante la sigue

Como va el buey al matadero,

O como uno en grillos al castigo de un necio1,

23 Hasta que una flecha le traspasa el hígado;

Como el ave que se precipita en la trampaa,

Y no sabe que esto le costará la vida.

24 Ahora pues, hijos míos, escúchenme,

Y presten atención a las palabras de mi bocaa.

25 No se desvíe tu corazón hacia sus caminos,

No te extravíes en sus sendasa.

26 Porque muchas son las víctimas1 derribadas por ella,

Y numerosos los que ha matadoa.

27 Su casa es el camino al Seol,

Que desciende a las cámaras de la muertea.

Llamamiento de la sabiduría

8a¿No clama la sabiduría,

Y levanta1 su voz la prudencia?

2 En la cima de las alturasa, junto al camino,

Donde cruzan las sendas, se coloca;

3 Junto a las puertasa, a la salida de la ciudad,

En el umbral de las puertas, da voces:

4 «Oh hombres, a ustedes clamo,

Para los hijos de los hombres es mi voz.

5 »Oh simples, aprendan prudenciaa;

Y ustedes, neciosb, aprendan sabiduría1.

6 »Escuchen, porque hablaré cosas excelentesa,

Y con el abrir de mis labios rectitudb.

7 »Porque mi boca proferirá la verdada,

Abominación a mis labios es la impiedad.

8 »Conforme a la justicia son todas las palabras de mi boca,

No hay en ellas nada torcido ni perversoa.

9 »Todas son sinceras para el que entiendea,

Y rectas para los que han hallado …

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