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Números 11:1–33

11 El pueblo comenzó a quejarse en la adversidada a oídos del Señorb; y cuando el Señor lo oyó, se encendió Su ira, y el fuego del Señor ardió entre ellos y consumió un extremo del campamento.

2 Entonces el pueblo clamó a Moisésa, y Moisés oró al Señor y el fuego se apagó.

3 Y se le dio a aquel lugar el nombre de Tabera1a, porque el fuego del Señor había ardido entre ellos.

4 El populachoa que estaba entre ellos tenía un deseo insaciableb; y también los israelitas volvieron a llorar, y dijeron: «¿Quién nos dará carne para comerc?

5 »Nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egiptoa, de los pepinos, de los melones, los puerros, las cebollas y los ajos;

6 pero ahora no tenemos apetito. Nada hay para nuestros ojos excepto este manáa».

7 Y el maná era como una semilla de cilantroa, y su aspecto como el del bedeliob.

8 El pueblo iba, lo recogía y lo molía entre dos piedras de molino, o lo machacaba en el mortero, y lo hervía en el caldero y hacía tortas con él; y tenía el sabor de tortas cocidas con aceite.

9 Cuando el rocío caía en el campamento por la noche, con él caía el manáa.

10 Y Moisés oyó llorar al pueblo, por sus familias, cada uno a la puerta de su tienda; y la ira del Señor se encendió en gran manera, y a Moisés no le agradó.

11 Entonces Moisés dijo al Señor: «¿Por qué has tratado tan mal a Tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia ante Tus ojos para que hayas puesto la carga de todo este pueblo sobre mía?

12 »¿Acaso concebí yo a todo este pueblo? ¿Fui yo quien lo dio a luz para que me dijeras: “Llévalo en tu seno, como la nodrizaa lleva al niño de pecho, a la tierra que Yo juré a sus padresb”?

13 »¿De dónde he de conseguir carne para dar a todo este puebloa? Porque claman a mí, diciendo: “Danos carne para que comamos”

14 »Yo solo no puedo llevar a todo este pueblo, porque es mucha carga para mía.

15 »Y si así me vas a tratar, te ruego que me matesa si he hallado gracia ante Tus ojos, y no me permitas ver mi desventura».

16 Entonces el Señor dijo a Moisés: “Reúneme a setenta hombres de los ancianos de Israel, a quienes tú conozcas como los ancianos del pueblo y a sus oficialesa, y tráelos a la tienda de reunión y que permanezcan allí contigo.

17 »Entonces descenderé y hablaré contigo allí, y tomaré del Espíritu que está sobre ti y lo pondré sobre ellosa, y llevarán contigo la carga del pueblo para que no la lleves tú solob.

18 »Y dile al pueblo: “Conságrensea para mañana, y comerán carne, pues han llorado a oídos del Señorb, diciendo: ‘¡Quién nos diera de comer carne! Porque nos iba mejor en Egipto.’ El Señor, pues, les dará carne y comerán.

19 ”No comerán un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días,

20 sino todo un mes, hasta que les salga por las narices y les sea aborrecible, porque han rechazado al Señora, que está entre ustedes, y han llorado delante de Él, diciendo: ‘¿Por qué salimos de Egipto?’ ”».

21 Pero Moisés dijo: «El pueblo, en medio del cual estoy, llega a 600,000 de a pie; y Tú has dicho: “Les daré carne a fin de que coman, por todo un mes”

22 »¿Sería suficiente degollar para ellos las ovejas y los bueyes? ¿O sería suficiente juntar para ellos todos los peces del mar?».

23 Y el Señor dijo a Moisés: «¿Está limitado el poder del Señora? Ahora verás si Mi palabra se te cumpleb o no».

24 Salió Moisés y dijo al pueblo las palabras del Señor. Reunió después a setenta hombresa de los ancianos del pueblo y los colocó alrededor de la tienda.

25 Entonces el Señor descendió en la nubea y le habló; y tomó del Espíritu que estaba sobre él y lo colocó sobre los setenta ancianosb. Y sucedió que cuando el Espíritu reposó sobre ellos, profetizaron; pero no volvieron a hacerlo más.

26 Pero dos hombres habían quedado en el campamento; uno se llamaba Eldad, y el otro se llamaba Medad. Y el Espíritu reposó sobre ellosa, (ellos estaban entre los que se habían inscrito, pero no habían salido a la tienda), y profetizaron en el campamento.

27 Y un joven corrió y avisó a Moisés: «Eldad y Medad están profetizando en el campamento».

28 Entonces respondió Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde su juventuda: «Moisés, señor mío, detenlosb».

29 Pero Moisés le dijo: «¿Tienes celos por causa mía? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profetaa, que el Señor pusiera Su Espíritu sobre ellos!».

30 Después Moisés volvió al campamento, y con él los ancianos de Israel.

31 Y salió de parte del Señor un viento que trajo codornices desde el mar y las dejó caer junto al campamentoa, como un día de camino de este lado, y un día de camino del otro lado, por todo alrededor del campamento, y como 2 codos (90 centímetros) de espesor sobre la superficie de la tierra.

32 Y el pueblo estuvo levantado todo el día, toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron las codornices, y las tendieron para sí por todos los alrededores del campamento; el que recogió menos, recogió diez montones (homeres: 2 toneladas)a.

33 Pero mientras la carne estaba aún entre sus dientes, antes que la masticaran, la ira del Señor se encendió contra el pueblo, y el Señor hirió al pueblo con una plaga muy malaa.

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