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Isaías 36–39

Invasión de Senaquerib

36 aY aconteció que en el año catorce del rey Ezequías, subió Senaquerib, rey de Asiria, contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó.

2 El rey de Asiria envió desde Laquis a Jerusalén, al Rabsaces1 con un gran2 ejército, contra el rey Ezequías. Y se colocó junto al acueducto del estanque superior que está en la calzada del campo del Batanero3a.

3 Entonces Eliaquim, hijo de Hilcíasa, mayordomo de1 la casa real, el escriba Sebnab y el cronista Joa, hijo de Asaf, salieron a recibirlo.

4 Y el Rabsaces les dijo: «Digan ahora a Ezequías: “Así dice el gran rey, el rey de Asiria: ‘¿Qué confianza es esta que tú tienes1?

5 ’Yo digo1: “Tu consejo y poderío para la guerra solo son palabras vacías2”. Ahora pues, ¿en quién confías que te has rebelado contra mía?

6 ’Yo sé que tú confías en el báculo de esta caña quebrada, es decir, en Egipto, en el cual, si un hombre se apoya, penetrará en su mano1 y la traspasará. Así es Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en éla.

7 ’Pero si me dicen: “Nosotros confiamos en el Señor nuestro Dios”, ¿no es Él aquel cuyos lugares altos y cuyos altares Ezequías ha quitadoa y ha dicho a Judá y a Jerusalén: “Adoren delante de este altar”?

8 ‘Ahora pues, te ruego que llegues a un acuerdo1 con mi señor el rey de Asiria, y yo te daré 2,000 caballos, si por tu parte puedes poner jinetes sobre ellos.

9 ‘¿Cómo, pues, puedes rechazar a1 un oficial2 de los menores de los siervos de mi señor, y confiar3 en Egipto para tener carros y hombres de a caballoa?

10 ‘¿He subido ahora sin el consentimiento del Señor contra esta tierra para destruirla? El Señor me dijoa: “Sube contra esta tierra y destrúyela” ’ ”».

11 Entonces Eliaquim, Sebna y Joa dijeron al Rabsaces: «Le rogamos que usted hable a sus siervos en arameoa porque nosotros lo entendemos1, y no nos hable en la lengua de Judá* b a oídos del pueblo que está sobre la muralla».

12 Pero el Rabsaces dijo: «¿Acaso me ha enviado mi señor para hablar estas palabras solo a tu señor y a ti, y no a los hombres que están sentados en la muralla, condenados a comer sus propios excrementos y a beber su propia orina con ustedes?».

13 El Rabsaces se puso en pie, gritó a gran voz en la lengua de Judáa: «Escuchen las palabras del gran rey, el rey de Asiria.

14 »Así dice el rey: “Que no los engañea Ezequías, porque él no los podrá librar.

15 ”Que tampoco Ezequías los haga confiar en el Señor, diciendo: ‘Ciertamente el Señor nos librará, y esta ciudad no será entregada en manos del rey de Asiriaa’.

16 “No escuchen a Ezequías”, porque así dice el rey de Asiria: ‘Hagan la paz conmigo1 y salgan a mí, y coma cada uno de su vid y cada uno de su higueraa, y beba cada cual de las aguas de su cisternab,

17 hasta que yo venga y los lleve a una tierra como su tierra, tierra de grano y de vino nuevo, tierra de pan y de viñas

18 Cuidado, no sea que Ezequías los engañe, diciendo: ‘El Señor nos libraráa’. ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria?

19 ”¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arfada? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaimb? ¿Cuándo han librado ellos a Samariac de mi mano?

20 “¿Quiénes de entre todos los dioses de estas tierras han librado su tierra de mi manoa, para que el Señorb libre a Jerusalén de mi mano?”».

21 Pero ellos se quedaron callados y no le respondieron palabra algunaa; porque el rey había dado un mandato al pueblo diciéndole: «No le respondan».

22 Entonces Eliaquim, hijo de Hilcíasa, mayordomo de la casa real, el escriba Sebnab y el cronista Joa, hijo de Asaf, fueron a Ezequías con sus vestidos rasgados, y le relataron las palabras del Rabsaces.

Ezequías y el profeta Isaías

37 aCuando el rey Ezequías oyó esto rasgó sus vestidos, se cubrió de cilicio y entró en la casa del Señor.

2 Entonces envío a Eliaquima, mayordomo de la casa real, con el escriba Sebnab y los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías, hijo de Amozc.

3 Y ellos le dijeron: «Así dice Ezequías: “Este día es día de angustiaa, de reprensión y de desprecio, pues hijos están para nacer1, pero no hay fuerzas para dar a luzb.

4 “Tal vez el Señor tu Dios oirá las palabras del Rabsaces, a quien su señor, el rey de Asiria, ha enviado para injuriar al Dios vivoa, y lo reprenderá por las palabras que el Señor tu Dios ha oído. Eleva, pues, una oración por el remanente que aún quedab”».

5 Cuando llegaron los siervos del rey Ezequías ante Isaías,

6 este1 les dijo: «Así dirán a su señor: “Así dice el Señor: ‘No temas por las palabras que has oídoa, con las que los siervos del rey de Asiria me han blasfemado.

7 ‘Voy a poner en él un espíritu, oiráa un rumor y se volverá a su tierra; y en su tierra lo haré caer a espadab’ ”».

8 Entonces el Rabsaces volvió y halló al rey de Asiria peleando contra Libnaa, pues había oído que el rey había partido de Laquisb.

9 Y les oyó1a decir acerca de Tirhaca, rey de Cus2b: «Ha salido a pelear contra ti», y cuando lo oyó, Senaquerib envió mensajeros a Ezequías, diciendo:

10 «Así dirán a Ezequías, rey de Judá1: “No te engañe tu Dios en quien tú confías, diciendo: ‘Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiriaa’.

11 “Tú has oído lo que los reyes de Asiria han hecho a todas las naciones1, destruyéndolas por completoa, ¿y serás tú librado?

12 “¿Acaso los libraron los dioses de las naciones que mis padres destruyeron, es decir, Gozána, Haránb, Resef y a los hijos de Edén que estaban en Telasar?

13 “¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?”».

14 Entonces Ezequías tomó la carta1 de mano de los mensajeros y2 la leyó. Después subió a la casa del Señor y la extendió delante del Señor.

15 Y Ezequías oró al Señor, y dijo:

16 «Oh Señor de los ejércitos, Dios de Israel, que estás1 sobre los querubinesa, solo Tú eres Diosb de todos los reinos de la tierrab. Tú hiciste los cielos y la tierrac.

17 »Inclina, oh Señor, Tu oído y escucha; abre, oh Señor, Tus ojos y miraa; escucha todas las palabras que Senaquerib ha enviado para injuriar al Dios vivob.

18 »En verdad, oh Señor, los reyes de Asiria han asolado todas las naciones1 y sus tierrasa,

19 y han echado sus dioses al fuego, porque no eran dioses, sino obra de manos de hombrea, de madera y piedra; por eso los han destruidob.

20 »Y ahora, Señor, Dios nuestro, líbranos de su manoa para que todos los reinos de la tierra sepan que solo Tú, oh Señor, eres Dios* b».

21 Entonces Isaías, hijo de Amoza, envió a decir a Ezequías: «Así dice el Señor, Dios de Israel: “Por cuanto me has rogado acerca de Senaquerib, rey de Asiria,

22 esta es la palabra que el Señor ha hablado contra él:

‘Te ha despreciado y se ha burlado de ti

La virgen hija de Sióna;

Ha movido la cabezab a tus espaldas

La hija de Jerusalén.

23 -‘¿A quién has injuriado y blasfemadoa?

¿Y contra quién has alzado la voz

Y levantado con orgullo1 tus ojosb?

¡Contra el Santo de Israelc!

24 -‘Por mano de tus siervos has injuriado al Señor,

Y has dicho: “Con mis numerosos carros

Yo subí a las cumbres de los montes,

A las partes más lejanas del Líbano,

Y corté1 sus altos cedros y sus mejores cipresesa.

Iré a su más alta2 cima, a su más frondoso bosqueb.

25 -“Yo cavé pozos y bebí aguas,

Y sequé con la planta de mis pies

Todos los ríos de Egipto1a”.

26 -‘¿No has oídoa?

Hace mucho tiempo que lo hice,

Desde la antigüedad lo había planeadob.

Ahora he hecho que suceda,

Para que conviertas las ciudades fortificadas

En montones de ruinasc.

27 -’Sus habitantes, faltos de fuerzas1,

Fueron desalentados y humillados.

Vinieron a ser como la vegetación del campo

Y como la hierba verdea,

Como la hierba en los techos que se quema2

Antes de que haya crecidob.

28 -’Pero conozco tu sentarte,

Tu salir y tu entrar,

Y tu furor contra Mía.

29 -‘A causa de tu furor contra Mí,

Y porque tu arrogancia1a ha subido hasta Mis oídos,

Pondré, pues, Mi garfiob en tu nariz

Y Mi frenoc en tu boca2,

Y te haré volver por el camino por donde vinisted.

30 ’Entonces esta será la señal para ti, Ezequías: Este año ustedes comerán1 lo que crezca espontáneamente; el segundo año lo que nazca de por sía, y en el tercer año siembren, sieguen, planten viñas y coman su fruto.

31 ’El remanentea de la casa de Judá que se salveb, echará de nuevo raíces por debajo y dará fruto por arribac.

32 ‘Porque de Jerusalén saldrá un remanentea, y del monte Sión sobrevivientes1. El celob del Señor de los ejércitosc hará esto’ ”».

33 «Por tanto, así dice el Señor acerca del rey de Asiria: “Él no entrará en esta ciudad ni lanzará allí flecha alguna; tampoco vendrá delante de ella con escudo ni levantará terraplén contra ellaa.

34 “Por el camino que vino, por él se volveráa, y no entrará en esta ciudad”, declara el Señor.

35 “Porque defenderé esta ciudada para salvarla por amor a Mí mismob y por amor a Mi siervo Davidc”».

Muerte de Senaquerib

36 Y salió el ángel del Señor e hirió a 185,000 en el campamento de los asirios. Cuando los demás se levantaron por la mañana, vieron que todos eran cadáveresa.

37 Entonces Senaquerib, rey de Asiria, partió y regresó a su tierra, y habitó en Nínivea.

38 Y mientras él adoraba en la casa de su dios Nisroc, sus hijos Adramelec y Sarezaer lo mataron a espada y huyeron a la tierra de Ararata. Y su hijo Esar Hadónb reinó en su lugar.

Enfermedad y curación de Ezequías

38 aEn aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerteb. Y vino a él el profeta Isaías, hijo de Amozc, y le dijo: «Así dice el Señor: “Pon tu casa en orden, porque vas a morird y no vivirás”».

2 Entonces Ezequías volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor:

3 «Te ruego, oh Señor, que te acuerdesa ahora de cómo yo he andado delante de Ti en verdadb y con corazón íntegroc, y he hecho lo bueno ante Tus ojosd». Y Ezequías lloró amargamente1e.

4 Entonces la palabra del Señor vino a Isaías:

5 «Ve y dile a Ezequías: “Así dice el Señor, Dios de tu padre David: ‘He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas; voy a añadir quince añosa a tus días.

6 ‘Y te libraré a ti y a esta ciudad de la mano1 del rey de Asiria, y defenderé esta ciudada’ ”».

7 Esta …

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