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Hebreos 11:8–20

8 Por la fe Abraham, al ser llamado, obedecióa, saliendo para un lugar que había de recibir como herenciab; y salió sin saber adónde iba.

9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra de la promesaa como en tierra extraña, viviendo en tiendas como1 Isaac y Jacobb, coherederos de la misma promesac,

10 porque esperaba la ciudada que tiene cimientosb, cuyo arquitecto y constructor es Diosc.

11 También por la fe Sara misma recibió fuerza para concebir1a, aun pasada ya la edad propicia, pues consideró fiel a Aquel que lo había prometidob.

12 Por lo cual también nació de uno, y este casi muertoa con respecto a esto, una descendencia como las estrellas del cielo en número, e innumerable como la arena que esta a la orilla del marb.

13 Todos estos murieron en fea, sin haber recibido las promesasb, pero habiéndolas visto desde lejosc y aceptado con gusto,1 confesando que eran extranjeros y peregrinos2 sobre la tierrad.

14 Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia.

15 Y si en verdad hubieran estado pensando en aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de volvera.

16 Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, la celestiala. Por lo cual, Dios no se avergüenzab de ser1 llamado Dios de ellosc, pues les ha preparado una ciudadd.

17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaaca; y el que había recibido las promesasb ofrecía a su único1 hijo.

18 Fue a él a quien se le dijo: «En Isaac te será llamada descendencia1a».

19 Él consideró1 que Dios era poderoso para levantar aun de entre los muertosa, de donde también, en sentido figurado2b, lo volvió a recibir.

20 Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaúa, aun respecto a cosas futuras.

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