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Gálatas 3:15–4:7

La promesa, y el propósito de la ley

15 Hermanosa, hablo en términos humanos1b. Un pacto, aunque sea humano2c, una vez ratificado nadie lo invalida ni le añade condiciones.

16 Ahora bien, las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia1a. No dice: «y a las descendencias2», como refiriéndose a muchas, sino más bien a una: «y a tu descendenciab», es decir, Cristo3.

17 Lo que digo es esto: la ley, que vino 430 añosa más tarde, no invalida un pacto ratificado anteriormente por Dios, como para anular la promesa.

18 Porque si la herencia depende1 de una ley, ya no depende1 de una promesaa; pero Dios se la concedió a Abraham por medio de una promesab.

19 Entonces, ¿para qué fue dada la ley? Fue añadida a causa de1 las transgresionesa, hasta que viniera la descendencia2 a la cual había sido hecha la promesab, ley que fue promulgada mediante ángelesc por mano de un mediadord.

20 Ahora bien, un mediador no representa a uno1 solo, pero Dios es uno soloa.

21 ¿Es entonces la ley contraria a las promesas de Dios? ¡De ningún modoa! Porque si se hubiera dado una ley capaz de impartir vida, entonces la justicia ciertamente hubiera dependido1 de la leyb.

22 Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecadoa, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuera dada a todos los que creen.

23 Antes de venir la fe, estábamos encerrados bajo la ley, confinadosa para la fe que había de ser revelada.

24 De manera que la ley ha venido a ser nuestro guía para conducirnos a Cristoa, a fin de que seamos justificados por la feb.

25 Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo el guía1a.

26 Pues todos ustedes son hijos de Diosa mediante la fe en Cristo Jesúsb.

27 Porque todos los que fueron bautizados en Cristoa, de Cristo se han revestidob.

28 No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni1 mujera, porque todos son unob en Cristo Jesúsc.

29 Y si ustedes son de Cristoa, entonces son descendencia1 de Abraham, herederos según la promesab.

La adopción es solo mediante Jesucristo

4 Digo, pues: mientras el heredero es menor de edad,1 en nada es diferente del siervo2, aunque sea el dueño de todo,

2 sino que está bajo guardianes y tutores1 hasta la edad señalada2 por el padre.

3 Así también nosotros, mientras éramos niños, estábamos sujetos a servidumbrea bajo las cosas elementales1 del mundob.

4 Pero cuando vino la plenitud del tiempoa, Dios envió a Su Hijo, nacido de mujerb, nacido bajo la leyc,

5 a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijosa.

6 Y porque ustedes son hijos, Dios ha enviado el Espíritu de Su Hijo a nuestros corazonesa, clamando: «¡Abba! ¡Padreb

7 Por tanto, ya no eres siervo1, sino hijo; y si hijo, también heredero por medio de Dios2a.

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