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Daniel 3:24–30

24 Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y levantándose apresuradamente preguntó a sus altos oficiales: «¿No eran tres los hombres que echamos atados en medio del fuego?». «Así es, oh rey», respondieron ellos.

25 «¡Miren!», respondió el rey. «Veo a cuatro hombres sueltos que se pasean en medio del fuego sin sufrir daño alguno1a, y el aspecto del cuarto es semejante al de un hijo de los dioses»

26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente y dijo: «Sadrac, Mesac y Abed Nego, siervos del Dios Altísimoa, salgan y vengan acá». Entonces Sadrac, Mesac y Abed Nego salieron de en medio del fuegob.

27 Y los sátrapas, los prefectos, los gobernadores y los altos oficiales del rey se reunierona para ver a estos hombres, cómo el fuego no había tenido efecto1 alguno sobre sus cuerpos, ni el cabello de sus cabezas se había chamuscado, ni sus mantos2b habían sufrido daño alguno3, ni aun olor del fuego había quedado en ellosc.

28 Entonces Nabucodonosor dijo: «Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed Negoa que ha enviado a Su ángelb y ha librado a Sus siervos que, confiando en Élc, desobedecieron la orden1 del rey y entregaron sus cuerpos antes de servir y adorar a ningún otro dios excepto a su Diosd.

29 »Por tanto, proclamo un decreto de que todo pueblo, nación o lengua que diga blasfemia contra el Diosa de Sadrac, Mesac y Abed Negob sea descuartizado y sus casas reducidas a escombros1c, ya que no hay otro dios que pueda librar de esta manerad».

30 Entonces el rey hizo prosperar a Sadrac, Mesac y Abed Nego en la provincia de Babiloniaa.

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