2 Corintios 1:3–7
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristoa, Padre de misericordias y Dios de toda consolaciónb,
4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulacionesa, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.
5 Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia1, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo2a.
6 Pero si somos atribulados, es para el consuelo y salvación de ustedesa; o si somos consolados, es para consuelo de ustedes, que obra al soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos.
7 Y nuestra esperanza respecto de ustedes está firmemente establecida, sabiendo que como son copartícipes de los sufrimientos, así también lo son de la consolacióna.