2 Timoteo 1:8–14
8 Por tanto, no te avergüencesa del testimonio de nuestro Señorb, ni de mí, prisionero Suyoc, sino participa conmigo en las afliccionesd por el evangelio, según el poder de Diose.
9 Él nos ha salvadoa y nos ha llamadob con un llamamiento santoc, no según nuestras obrasd, sino según Su propósitob y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesúse desde la eternidad1f,
10 y que ahora ha sido manifestadaa por la aparición de nuestro Salvadorb Cristo Jesúsc, quien puso fin a la muerted y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio.
11 Para este evangelio yo fui constituido predicador1, apóstol y maestroa.
12 Por lo cual también sufro estas cosas, pero no me avergüenzoa. Porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que Él es poderosob para guardar mi depósito1c hasta2 aquel díad.
13 Reténa la norma1b de las sanas palabrasc que has oído de míd, en la fe y el amore en Cristo Jesúsf.
14 Guarda, mediante el Espíritu Santo que habita en nosotrosa, el tesoro que te ha sido encomendado1b.