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2 Corintios 12:1–10

12 El gloriarsea es necesario, aunque no es provechoso. Pasaré entonces a las visiones y revelaciones del Señorb.

2 Conozco a un hombre en Cristoa, que hace catorce años (no sé si en el cuerpo, no sé si fuera del cuerpo, Dios lo sabeb) el tal fue arrebatado hasta el tercer cieloc.

3 Y conozco a tal hombre (si en el cuerpo o fuera1 del cuerpo no lo sé, Dios lo sabea)

4 que fue arrebatado al paraísoa, y escuchó palabras inefables que al hombre no se le permite expresar.

5 De tal hombre sí me gloriaréa; pero en cuanto a mí mismo, no me gloriaré sino en mis debilidadesb.

6 Porque si quisiera gloriarme, no sería insensato, pues diría la verdada. Pero me abstengo de hacerlo para que nadie piense de mí más de lo que ve en mí, u oye de mí.

7 Y dada la extraordinaria grandeza de las revelacionesa, por esta razón, para impedir que me enalteciera, me fue dada una espina en la carneb, un mensajero de Satanásc que me abofetee, para que no me enaltezca.

8 Acerca de esto, tres vecesa he rogado al Señor para que lo quitara de mí.

9 Y Él me ha dicho: «Te basta Mi gracia, pues Mi1 podera se perfecciona en la debilidad». Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidadesb, para que el poder de Cristo more en mí.

10 Por eso me complazco en las debilidades, en insultos1, en privaciones, en persecuciones y en angustiasa por amor a Cristob, porque cuando soy débil, entonces soy fuertec.

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