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1 Corintios 6–12

El cristiano y los tribunales civiles

6 ¿Se atreve alguno de ustedes, cuando tiene algo1 contra su prójimo, a ir a juicio ante los incrédulos2 y no ante los santosa?

2 ¿O no sabena que los santos han de juzgarb al mundoc? Y si el mundo es juzgado por ustedes, ¿no son competentes para juzgar los casos más sencillos1?

3 ¿No sabena que hemos de juzgar a los ángeles? ¡Cuánto más asuntos de esta vida!

4 Entonces, si tienen tribunales que juzgan los casos de esta vida, ¿por qué ponen por jueces a los que nada son en la iglesia?

5 Para vergüenza suya lo digoa. ¿Acaso no hay entre ustedes algún hombre sabio que pueda juzgar entre sus hermanosb,

6 sino que hermano contra hermano litiga, y esto ante incrédulosa?

7 Así que, en efecto, es ya un fallo entre ustedes el hecho de que tengan litigios entre sí. ¿Por qué no sufren mejor la injusticia? ¿Por qué no ser mejor defraudadosa?

8 Por el contrario, ustedes mismos cometen injusticias y defraudan, y esto aun a sus propios hermanosa.

9 ¿O no sabena que los injustos no heredarán el reino de Diosb? No se dejen engañarc: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexualesd,

10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores1, ni los estafadores heredarán el reino de Diosa.

11 Y esto eran algunos de ustedesa; pero fueron lavadosb, pero fueron santificadosc, pero fueron justificadosd en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.

El cuerpo es templo del Espíritu Santo

12 Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provechoa. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna.

13 Los alimentos son para el estómago1a y el estómago1 para los alimentos, pero Dios destruiráb a los dos2. Sin embargo, el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señorc, y el Señor es para el cuerpod.

14 Y Dios, que resucitó al Señora, también nos resucitaráb a nosotros mediante Su poder.

15 ¿No sabena que sus cuerpos son miembros de Cristo1b? ¿Tomaré, acaso, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? ¡De ningún modoc!

16 ¿O no sabena que el que se une a una ramera es un cuerpo con ella? Porque Él dice: «Los dos vendrán a ser una sola carneb».

17 Pero el que se une al Señor, es un espíritu con Éla.

18 Huyan de la fornicacióna. Todos los demás pecados que un hombre comete están fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo.

19 ¿O no sabena que su cuerpo es templo1b del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos2c?

20 Porque han sido comprados por un precioa. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpob1 y en su espíritu, los cuales son de Dios.

Respuestas acerca del matrimonio

7 En cuanto a las cosas de que me escribieron, bueno es para el hombrea no tocar mujer.

2 No obstante, por razón de las inmoralidades, que cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.

3 Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido.

4 La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.

5 No se priven el uno del otroa, excepto de común acuerdo y por cierto1 tiempo, para dedicarse a la oración. Vuelvan después a juntarse2, a fin de que Satanásb no los tiente por causa de falta de dominio propio.

6 Pero esto lo digo por vía de concesión, no como una ordena.

7 Sin embargo, yo desearía que todos los hombres fueran como yoa. No obstante, cada cual ha recibido1 de Dios su propio donb, unos de una manera y otros de otra.

8 A los solteros y a las viudas digo que es bueno para ellosa si se quedan como yob.

9 Pero si carecen de dominio propio, cásensea. Que mejor es casarse que quemarse.

10 A los casados instruyo, no yo, sino el Señora: que la mujer no debe dejar al1 marido.

11 Pero si lo deja, quédese sin casar, o de lo contrario que se reconcilie con su marido, y que el marido no abandone a su mujer.

12 Pero a los demás digo yo, no el Señora, que si un hermano tiene una mujer que no es creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone.

13 Y la mujer cuyo marido no es creyente, y él consiente en vivir con ella, no abandone a su marido.

14 Porque el marido que no es creyente es santificado por medio de su mujer; y la mujer que no es creyente es santificada por medio de su marido creyente1. De otra manera sus hijos serían inmundos, pero ahora son santosa.

15 Sin embargo, si el que no es creyente se separa, que se separe. En tales casos el hermano o la hermana no están obligados1, sino que Dios nos2 ha llamado para vivir en paza.

16 Pues ¿cómo sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido? ¿O cómo sabes tú, marido, si salvarás a tu mujera?

Anden en la voluntad de Dios

17 Fuera de esto1, según el Señor ha asignado a cada unoa, según Dios llamó a cada cual, así ande. Esto ordeno en todas las iglesiasb.

18 ¿Fue llamado alguno ya circuncidado? Quédese circuncidado1. ¿Fue llamado alguien estando incircuncidado2? No se circuncidea.

19 La circuncisión nada es, y nada es la incircuncisióna, sino el guardar los mandamientos de Diosb.

20 Cada uno permanezca en la condición1 en que fue llamadoa.

21 ¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te preocupes. Aunque si puedes obtener tu libertad1, prefiérelo2.

22 Porque el que fue llamado por1 el Señor siendo esclavo, hombre libre es del Señora. De la misma manera, el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristob.

23 Ustedes fueron comprados por precioa. No se hagan esclavos de los hombres.

24 Hermanos, cada uno permanezca con Dios en la condición1 en que fue llamadoa.

Sobre casarse o no casarse

25 En cuanto a las vírgenes1 no tengo mandamiento del Señora, pero doy mi opinión como el que habiendo recibido la misericordia del Señorb es digno de confianza.

26 Creo, pues, que esto es bueno en vista de la presente1 afliccióna; es decir, que es bueno que el hombreb se quede como está2.

27 ¿Estás unido1 a mujer? No procures separarte2. ¿Estás libre de mujer? No busques mujer.

28 Y si te casas, no has pecado; y si una virgen se casa, no ha pecado. Sin embargo, ellos1 tendrán problemas en esta vida2, y yo quiero evitárselos.

29 Pero esto digo, hermanos: el tiempo ha sido acortadoa; de modo que de ahora en adelante los que tienen mujer sean como si no la tuvieran;

30 los que lloran, como si no lloraran; los que se regocijan, como si no se regocijaran; los que compran, como si no tuvieran nada;

31 los que aprovechan el mundo, como si no lo aprovecharan plenamentea; porque la apariencia de este mundo es pasajerab.

32 Sin embargo, quiero que estén libres de preocupación. El soltero se preocupa por las cosas del Señor, cómo puede agradar al Señora.

33 Pero el casado se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer,

34 y sus intereses están divididos. La mujer que no está casada y la virgen se preocupan1 por las cosas del Señor, para ser santas tanto en cuerpo como en espíritu; pero la casada se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido.

35 Esto digo para su propio beneficio; no para ponerles restricción, sino para promover lo que es honesto y para asegurar su constante devoción al Señor.

36 Y si alguien cree que no está obrando correctamente con respecto a su hija virgen, si ella es de edad madura, y si es necesario que así se haga, que haga lo que quiera, no peca; que se case1.

37 Pero el que está firme en su corazón, y sin presión alguna1, y tiene control sobre2 su propia voluntad, y ha decidido en su corazón conservar virgen3 a su hija, bien hará.

38 Así los dos, el que da en matrimonio a su hija virgen, hace bien; y el que no la da en matrimonio, hace mejor.

39 La mujer está ligada mientras el marido vive; pero si el marido muere1, está en libertada de casarse con quien desee, solo que sea en el Señorb.

40 Pero en mi opinióna, será más feliz si se queda como está. Y creo que yo también tengo el Espíritu de Dios.

Cuidado con la libertad

8 En cuanto a lo sacrificado a los ídolosa, sabemos que todos tenemos conocimientob. El conocimiento envanece1c, pero el amor edificad.

2 Si alguien cree que sabe algoa, no ha aprendido todavía como debe saberb;

3 pero si alguien ama a Dios, ese es conocido por Éla.

4 Por tanto, en cuanto a comer de lo sacrificado a los ídolosa, sabemos que un ídolo no es nada1b en el mundo, y que no hay sino un solo Diosc.

5 Porque aunque haya algunos llamados diosesa, ya sea en el cielo o en la tierra, como por cierto hay muchos dioses y muchos señores,

6 pero para nosotros hay un solo Diosa, el Padreb, de quien proceden1 todas las cosasc y nosotros somos para Él; y un solo Señor, Jesucristod, por quien son todas las cosase y por medio de Él existimos nosotros.

7 Sin embargo, no todos tienen este conocimientoa. Porque algunos, estando acostumbrados al ídolo hasta ahora, comen alimento como si este fuera sacrificado a un ídolo, y su conciencia, siendo débil, se manchab.

8 Pero la comida no nos recomendará a1 Dios, pues ni somos menos2 si no comemos, ni somos más3 si comemosa.

9 Pero tengan cuidado, no sea que esta libertad1 de ustedes de alguna manera se convierta en piedra de tropiezoa para el débilb.

10 Porque si alguien te ve a ti, que tienes conocimientoa, sentado1 a la mesa en un templo de ídolos, ¿no será estimulada su conciencia, si él es débil, a comer lo sacrificado a los ídolosb?

11 Por tu conocimientoa se perderá el que es débil, el hermano por quien Cristo muriób.

12 Y así, al pecar contra los hermanos y herir su concienciaa cuando esta es débil, pecan contra Cristob.

13 Por tanto, si la comida hace que mi hermano caiga en pecado, no comeré carne jamás, para no hacer pecar a mi hermanoa.

Pablo defiende su apostolado

9 ¿No soy librea? ¿No soy apóstolb? ¿No he visto a Jesús nuestro Señorc? ¿No son ustedes mi obra en el Señord?

2 Si para otros no soy apóstol, por lo menos para ustedes sí lo soy; pues ustedes son el selloa de mi apostoladob en el Señor.

3 Mi defensa contra1 los que me examinan es esta:

4 ¿Acaso no1 tenemos derecho a comer y bebera?

5 ¿No1

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